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Amigdalitis y dolor de oído: el vínculo invernal que no se ve pero se siente

Con la llegada del invierno, las infecciones respiratorias se multiplican. El frío, el aire seco y los ambientes cerrados con poca ventilación favorecen la circulación de virus que afectan tanto las vías respiratorias como los oídos. No es raro que durante un cuadro de faringitis o amigdalitis aparezca molestia en los oídos. Aunque muchas veces pase desapercibida o no se le dé importancia.

Aunque solemos asociar estas complicaciones con los más chicos, los adultos también pueden sufrir alteraciones del oído medio vinculadas a infecciones en la garganta. Sobre todo en los meses más fríos, cuando las defensas naturales suelen estar más debilitadas.

El dolor de oído puede parecer un síntoma aislado, pero tiene una explicación anatómica. El oído medio se conecta con la parte posterior de la garganta a través de la trompa de Eustaquio. Un conducto que equilibra la presión y drena fluidos. Cuando la garganta se inflama, como sucede en la amigdalitis, esta trompa puede bloquearse y generar molestias en el oído.

La amigdalitis es la inflamación de las amígdalas, unas glándulas linfáticas ubicadas en la parte posterior de la garganta que cumplen un rol clave en la defensa inmunológica. Especialmente en la infancia. Ayudan a combatir infecciones virales y bacterianas.

“Este bloqueo puede provocar síntomas como sensación de oído tapado, zumbidos o incluso dolor intenso. En algunos casos, puede desencadenar una otitis media si el cuadro de base no se trata adecuadamente. Este fenómeno se conoce como otalgia: el oído duele, pero la causa está en otra parte, muchas veces en la garganta”. Así lo explicó Agustina Leiro, fonoaudióloga de Gaes.

Como indican datos del Ministerio de Salud, más de 1.3 millones de niños menores de 14 años se atendieron por infecciones respiratorias en el último año. Mientras que el 12% presentó complicaciones relacionadas con los oídos. Los adultos tampoco están exentos. El British Medical Journal indica que casi uno de cada tres adultos con amigdalitis viral o bacteriana manifiesta síntomas auditivos temporales, como presión o dolor en los oídos.

Si se tiene dolor de garganta, es neceario prestar atención a signos que podrían indicar compromiso del oído. Como la sensación de oído tapado o presión interna (como si hubiese agua). También el dolor de oído sin causa aparente, especialmente si aparece junto al dolor de garganta. Asimismo, mareos o vértigo leve, posible señal de inflamación en el oído interno. Así como hinchazón detrás de la oreja o ganglios inflamados en la zona. Además de secreción de líquido por el canal auditivo, signo claro de posible infección.

El abordaje dependerá del origen de la infección. Si es viral, se apunta al alivio de los síntomas,  reposo, buena hidratación y analgésicos. En los casos de causa bacteriana confirmada, se indican antibióticos bajo supervisión médica y durante el tiempo completo que se indique. Conocer la causa permite orientar mejor el tratamiento, por eso es clave consultar a un especialista. Si las molestias persisten o se repiten, se recomienda una evaluación clínica para descartar otitis media recurrente o disfunción de la trompa de Eustaquio.

El vínculo entre la salud de la garganta y los oídos cobra especial relevancia en invierno. Ignorar un síntoma o minimizar una molestia puede derivar en consecuencias evitables.

“Entender la conexión entre la garganta y el oído no es solo una cuestión anatómica, sino una herramienta clave de prevención. El dolor de oído no siempre nace allí: muchas veces es el eco de una infección en otra parte del cuerpo. Estar atentos a estas señales y actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre una simple molestia y un problema auditivo más serio”.

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