Las aplicaciones de salud

Las aplicaciones de salud fracasan en el 70% de los casos

El auge de las aplicaciones digitales vinculadas a la salud se aceleró en los últimos años, especialmente tras la pandemia de Covid-19. Sin embargo, la mayoría de estas plataformas no consigue mantenerse en el tiempo: el 70% fracasa. El más reciente Estudio de Impacto de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP) identifica dos causas centrales detrás de este resultado. Una débil estrategia comunicacional hacia el público y la falta de preparación del equipo sanitario para incorporar estas herramientas a su práctica cotidiana. Así, el análisis de FISP advirtió que el verdadero problema no es técnico, sino humano.

Latinoamérica vivió un crecimiento acelerado de soluciones digitales en salud, pero la mayoría de las aplicaciones no logra impacto duradero. Así, se abandonan rápidamente o no se integran a la práctica profesional. El estudio de FISP puso el foco en el “lado blando” del problema. Fallas en la comunicación y la falta de capacitación. A partir de allí, comparó estos errores con estrategias exitosas de marcas globales como Coca-Cola, McDonald’s, Starbucks y Apple. Y propuso recomendaciones concretas para mejorar la adopción de estas herramientas en el futuro.

Una de las principales causas de abandono temprano en el uso de aplicaciones de salud radica en la falta de personalización y conexión emocional con el usuario. Diversos estudios en comunicación digital aplicada a salud demostraron que los mensajes genéricos, no adaptados a las realidades culturales, etarias y emocionales de los destinatarios, tienden a percibirse como irrelevantes o incluso intrusivos. En lugar de fomentar la adherencia al uso de la app, generan desconexión y desinterés.

Las aplicaciones que no integran contenido dinámico , es decir, información interactiva, visual, actualizada y segmentada, se enfrentan a una barrera adicional: la pasividad. La experiencia de usuario en salud digital exige estímulos constantes que refuercen la utilidad de la herramienta y promuevan su integración en la rutina diaria. Sin contenido adaptativo, el usuario no encuentra motivos para volver a interactuar con la app. Lo cual impacta negativamente en los indicadores de retención y en el logro de objetivos sanitarios.

En términos de estrategia comunicacional, la ausencia de campañas de relanzamiento constituye una falla crítica que compromete la sostenibilidad de cualquier tecnología en salud.  Así, muchas apps de salud carecen de planificación comunicacional post-lanzamiento. A diferencia de productos comerciales, donde el consumidor es constantemente expuesto a estímulos publicitarios que mantienen la marca “top of mind”,

Las campañas de refuerzo son esenciales para consolidar la relación con el usuario, presentar nuevas funcionalidades, corregir percepciones erróneas y renovar el interés. Sin estas intervenciones periódicas, el ciclo de vida de la aplicación se acorta considerablemente. Desde la teoría de la difusión de innovaciones de Everett Rogers, se sabe que la adopción sostenida depende de una combinación de innovación percibida, comunicación efectiva y redes sociales activas. Si la app no se vuelve a comunicar, deja de existir en el imaginario del usuario, aun cuando sus funcionalidades sean técnicamente válidas.

Una aplicación de salud que no articula claramente su propuesta de valor está condenada a la indiferencia. El usuario, ya sea paciente, profesional o administrador, necesita comprender de forma explícita qué beneficios concretos obtendrá al interactuar con la herramienta. Esto implica traducir el valor funcional (agilidad en la atención, mejor seguimiento clínico, prevención de eventos adversos) en una narrativa clara, relevante y emocionalmente significativa.

Desde el enfoque del “valor percibido” en marketing de servicios, si el beneficio no se percibe como superior al esfuerzo que implica utilizar la app, el usuario la abandonará. Este fenómeno es aún más agudo en contextos de sobrecarga digital, como ocurre en entornos clínicos o en poblaciones con bajo nivel de alfabetización digital. La comunicación de valor debe ser una acción intencional, sostenida y empática, que responda a la pregunta clave del usuario: “¿Esto mejora mi vida de forma concreta?”

Las aplicaciones de salud necesitan dejar de pensarse como meros productos funcionales. Deben convertirse en experiencias atractivas, confiables y necesarias. Eso solo se logra con una estrategia centrada en las personas. Como diría Steve Jobs, “comienza por la experiencia del usuario y trabaja hacia atrás, no al revés”.

“Es hora de que el sector salud aprenda de quienes mejor saben conectar con audiencias: el marketing, el diseño y la comunicación”. FISP propuso un nuevo paradigma, donde tecnología y humanidad trabajen juntas para generar impacto real y sostenido.

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