
Cinco años después de la pandemia: los efectos duraderos del COVID-19 en el cuerpo humano
- curecompass
- 23 marzo, 2025
- Actualidad, Salud
- COVID-19, Hospital Brigham and Women's de Boston, Hospital General de Massachusetts, OMS, Portada
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Investigaciones recientes revelan cómo la inflamación y otros factores relacionados con el COVID-19 han dejado secuelas persistentes en pulmones, corazón, intestino y cerebro, afectando a millones de personas en todo el mundo.
Cinco años después de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia de COVID-19, los científicos han logrado profundizar en los efectos a largo plazo del virus en el cuerpo humano.
Aunque inicialmente se identificaron síntomas graves y mortales, como los relacionados con enfermedades cardíacas y diabetes, ahora se comprende mejor cómo el COVID-19 puede provocar cambios duraderos e invisibles que afectan distintos sistemas del cuerpo.
COVID persistente: una preocupación global
Uno de los hallazgos más relevantes es el fenómeno conocido como COVID persistente -dice la revista medica Nature-, definido por síntomas que persisten durante al menos tres meses tras la infección inicial.
Según estimaciones recientes, más de 400 millones de personas en todo el mundo han sido diagnosticadas con algún tipo de COVID persistente.
Entre los síntomas más comunes se encuentran la fatiga crónica, la confusión mental y problemas gastrointestinales. Sin embargo, también se han identificado daños pulmonares y cardíacos que no siempre se clasifican bajo este término pero que tienen un impacto significativo en la salud a largo plazo.
El Dr. Braden Kuo, neurogastroenterólogo del Hospital General de Massachusetts, explica que una inflamación generalizada podría ser el principal responsable de estos efectos prolongados. “En algunas personas, esta inflamación persiste como una ‘quemadura lenta’, causando estragos en todo el cuerpo”, afirma Kuo.
Pulmones: cicatrices que dificultan la respiración
La irritación pulmonar causada por el COVID-19 puede derivar en problemas crónicos como dificultad para respirar y tos persistente. Estudios sugieren que más del 10 % de las personas hospitalizadas por COVID-19 presentan cicatrices pulmonares dos años después de su recuperación12.
El Dr. Ziyad Al-Aly, epidemiólogo clínico sénior de la Universidad de Washington en St. Louis, señala que estas cicatrices endurecen los pulmones y reducen su capacidad para distribuir oxígeno. “El tejido cicatricial puede provocar síntomas persistentes como tos y dificultad para respirar”, explica Al-Aly.
Intestino: alteraciones en el microbioma
El impacto del COVID-19 en el sistema digestivo ha sido otro foco importante de investigación. Problemas como diarrea, estreñimiento y dolor abdominal pueden prolongarse durante meses o años tras la infección inicial. Un estudio reciente estimó que hasta un 13 % de las personas experimentaron problemas gastrointestinales crónicos un año después del COVID-19.
Los científicos han descubierto que el virus altera el microbioma intestinal, reduciendo microbios beneficiosos y aumentando los dañinos. Esto puede desencadenar inflamación intestinal y permitir que toxinas escapen hacia otros tejidos, causando intolerancias alimentarias y daños nerviosos.
“La inflamación también puede afectar los nervios que controlan las contracciones intestinales, lo que provoca síntomas como diarrea o estreñimiento”, detalla el Dr. Kuo.
Cerebro: confusión mental y salud emocional
Entre un 20 % y un 30 % de las personas infectadas con COVID-19 han reportado confusión mental tres meses después de la infección inicial. Además, investigaciones sugieren que el virus puede inducir ansiedad o depresión, exacerbando problemas preexistentes.
La inflamación persistente parece ser un factor clave detrás de estos efectos neurológicos. Según los investigadores, esta inflamación daña las neuronas e inhibe la creación de conexiones entre sinapsis cerebrales. Entre otras situaciones, también se teoriza que el virus altera la barrera hematoencefálica, afectando funciones cognitivas críticas.
Corazón: duplicación del riesgo cardiovascular
Un amplio estudio reveló que una infección por COVID-19 duplica el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares graves hasta tres años después. Las complicaciones incluyen infartos, accidentes cerebrovasculares y arritmias.
El Dr. David Systrom, médico neumólogo del Hospital Brigham and Women’s de Boston, explica que la inflamación causada por el virus puede dañar tanto el músculo cardíaco como los vasos sanguíneos. “Esto puede provocar coágulos o desprendimiento de placa existente, causando obstrucciones peligrosas”, señala Systrom.
Sistema circulatorio: fatiga y malestar post-ejercicio
Estudios sobre pacientes con COVID persistente han mostrado alteraciones en el sistema circulatorio que dificultan transportar sangre desde las extremidades inferiores hacia el corazón. Esto reduce la capacidad cardíaca y genera síntomas como fatiga extrema tras realizar ejercicio físico.
Las mitocondrias también parecen verse afectadas por el virus, limitando la producción energética necesaria para mantener tejidos musculares saludables.
Esto no termina acá
Los hallazgos recientes sobre los efectos duraderos del COVID-19 subrayan la necesidad urgente de continuar investigando este virus para desarrollar tratamientos efectivos contra sus secuelas.
Con más de 400 millones de personas afectadas por COVID persistente a nivel mundial, expertos como el Dr. Kuo y el Dr. Al-Aly destacan la importancia de comprender mejor cómo la inflamación prolongada impacta distintos sistemas corporales.
“Los efectos del COVID-19 son mucho más profundos y duraderos de lo que inicialmente imaginamos”, concluye Al-Aly.
Fuente: The New York Times
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