La Inteligencia Artificial General: una amenaza y una oportunidad para la Salud global

El rápido avance de la IA genera un debate crucial sobre la preparación de la humanidad ante su impacto potencial, especialmente en el sector salud, donde se vislumbran tanto riesgos como beneficios sin precedentes.

El mundo se encuentra al borde de una revolución tecnológica sin parangón: la inminente llegada de la Inteligencia Artificial General (IAG). Sin dudas una enorme solución para la escasez de atención que sufren los habitantes comunes de la tierra pero un problema grande ante la revolución de la información que genera su mal uso.

Expertos de diversas áreas, incluyendo el ex asesor de Inteligencia Artificial de la Casa Blanca, Ben Buchanan -profesor adjunto de la The Johns Hopkins University-, coinciden en que este hito tecnológico, inicialmente proyectado para dentro de 5 a 15 años, podría materializarse en tan solo 2 o 3 años. Parece una buena noticia pero hay que analizarlo con detenimiento si realmente lo es.

Como afirma un experto entrevistado en un reciente por The New York Times: “Para los próximos meses, he tenido esta extraña experiencia donde persona tras persona, independientemente unos de otros, de laboratorios de IA, del gobierno, se me han acercado y me han dicho que está a punto de suceder”.

La Inteligencia Artificial General (IAG), IAG, IAG, o como elijan denominarla, es una realidad prácticamente inminente.

“Ese es realmente el Santo Grial de la IA. Sistemas de IA que son mejores que casi todos los humanos en casi todas las tareas. Y antes pensaban que tal vez tardaría cinco o diez años, diez o quince años. Ahora creen que llegará dentro de dos o tres años”. Esta afirmación de este experto subraya la urgencia de la situación.

Este potencial cambio de paradigma tecnológico no solo plantea oportunidades, sino también desafíos importantes. El impacto en el mercado laboral es una de las mayores preocupaciones. Sistemas de IA capaces de realizar tareas cognitivamente demandantes podrían reemplazar a humanos en una gran variedad de profesiones.

Un ejemplo citado es la programación de software: “He hablado con varias personas en empresas que realizan grandes cantidades de codificación, y me dicen que para fin de año, para fin del próximo año, esperan que la mayor parte del código no sea escrito por seres humanos“. Esta situación requiere una planificación estratégica para mitigar los efectos negativos en el empleo y garantizar una transición justa para los trabajadores afectados.

Otro aspecto crucial es la carrera geopolítica por el liderazgo en IA. Buchanan, quien trabajó en la administración Biden -dejó su cargo en enero-, destaca la importancia de que Estados Unidos mantenga la delantera sobre China en el desarrollo de IAG.

“Creo que hay capacidades económicas, militares e informativas profundas que estarían a continuación de llegar a la IAG o a la IA transformadora, y creo que es fundamental para la seguridad nacional de EE. UU. que sigamos liderando en IA”.

La posibilidad de que China alcance este avance primero conlleva riesgos significativos en materia de seguridad nacional, especialmente en el ámbito de las ciberoperaciones y el análisis de inteligencia. “Si tuvieras una capacidad de IA mucho más poderosa, probablemente podrías realizar mejores ciberoperaciones en ataque y en defensa”, señala Buchanan.

“Esto podría representar un cambio fundamental en cómo llevamos a cabo las ciberoperaciones en ataque y defensa, y no me gustaría vivir en un mundo en el que China tenga esa capacidad en ataque y defensa cibernética y Estados Unidos no”.

Lo que importa es la Salud

Sin embargo, la IAG también presenta un potencial inmenso para el sector salud. El análisis de grandes conjuntos de datos, la aceleración del descubrimiento de fármacos y la mejora de los diagnósticos son solo algunas de las posibilidades que ofrece esta tecnología.

Como se menciona en la entrevista, “la idea aquí, de la gente con la que he hablado, es que la IA debería poder ingerir una cantidad de información y construir modelos de enfermedades en el cuerpo humano que podrían proporcionarnos una línea de descubrimiento de fármacos mucho, mucho, mucho mejor”. Esto aceleraría el desarrollo de nuevos tratamientos y terapias, mejorando la salud global y la calidad de vida de millones de personas.

No obstante, el desarrollo de la IAG también presenta considerables desafíos éticos y regulatorios. La posibilidad de un aumento de la vigilancia estatal, el sesgo en los algoritmos y el riesgo de uso indebido de la tecnología plantean preocupaciones serias.

Como menciona Buchanan, “hay un riesgo de una infracción fundamental de los derechos por el uso generalizado y sin control de la IA en el sistema de aplicación de la ley que deberíamos tener muy en cuenta, y como ciudadano, me preocupa mucho”.

Por lo tanto, es fundamental establecer marcos regulatorios robustos y éticos que garanticen el uso responsable de la IA, protegiendo los derechos individuales y previniendo usos malintencionados.

Para estar preparados, Buchanan sugiere la necesidad de una planificación estratégica que considere tanto los aspectos de seguridad como las oportunidades que la IAG ofrece. La colaboración entre el sector público y privado es crucial para garantizar un desarrollo responsable y ético.

La creación de instituciones como el Instituto de Seguridad de la IA, aunque de carácter voluntario, representa un paso importante en la dirección correcta, facilitando la comunicación y la colaboración entre el sector público y privado.

El debate se centra ahora en equilibrar la necesidad de innovación con la mitigación de riesgos.

La decisión de si priorizar la velocidad de desarrollo o la seguridad, y el establecimiento de marcos regulatorios adecuados, definirá el futuro de la IA y su impacto en la sociedad y la salud global.

En definitiva, antes que sean las mismas empresas las que nos comuniquen “la novedad”, el tiempo para actuar es ahora. No se puede esperar, podría ser tarde.

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