Monos laboratorio

Los 43 monos que escaparon del laboratorio desafían la ciencia y la ética médica

Un insólito incidente sacudió la comunidad científica y ética en los Estados Unidos: 43 monos escaparon de un laboratorio.

Estos monos eran parte de estudios de laboratorio en un centro de investigación de Carolina del Sur.

Y escaparon en circunstancias que aún no se esclarecieron.

Lo que desató una serie de preguntas y tensiones sobre el trato ético de los animales en la ciencia.

Los 43 monos eran macacos Rhesus que se encontraba bajo la supervisión de investigadores del laboratorio Alpha Genesis.

Una instalación conocida por realizar investigaciones relacionadas con enfermedades infecciosas y terapias genéticas.

Sin embargo, la fuga de estos animales dejó al descubierto fallos en la seguridad de las instalaciones.

Pero también en el delicado equilibrio entre los avances científicos y los derechos de los animales.

La fuga de los monos tuvo lugar en la madrugada del 15 de octubre.

Cuando un grupo de ellos logró abrir una de las puertas de acceso de su recinto y escapar hacia el bosque circundante.

Aún se desconocen los detalles exactos de cómo ocurrió la huida.

Pero se informó que los 43 monos estuvieron fuera de su confinamiento durante más de 24 horas.

Antes de que las autoridades locales y los investigadores comenzaran a tomar control de la situación.

Por su parte, Greg Westergaard, director general de Alpha Genesis, dijo que la fuga fue «frustrante».

Y que tiene «la esperanza de un final feliz» en el que los primates regresen por voluntad propia.

Precisó que los animales pudieron salir libremente porque un cuidador no aseguró una puerta del recinto.Las autoridades locales, junto con el personal de la instalación, trabajaron en equipo para rastrear a los monos.

Pero la operación resultó ser mucho más complicada de lo que se anticipó.

El bosque cercano a las instalaciones, un área de vegetación densa y difícil de acceder, complicó los esfuerzos de localización.

Para el 18 de octubre, solo 15 de los 43 monos se recapturaron, dejando aún en libertad a la mayoría.

Así, el escape volvió a poner bajo el microscopio las prácticas de investigación en animales.

Especialmente cuando se trata de primates no humanos, que comparten un alto porcentaje de su ADN con los seres humanos.

Los 43 monos que escaparon estaban utilizándose en investigaciones médicas.

Que abarcaban desde el estudio de enfermedades infecciosas hasta tratamientos experimentales para enfermedades genéticas.

Según un informe que filtró la misma institución, los monos se seleccionaron por su compatibilidad con los estudios que estaban en curso.

Los cuales estaban destinados a evaluar posibles tratamientos para el VIH y el cáncer.

Los primates se modificaron genéticamente para facilitar los experimentos.

Lo que generó críticas tanto desde el ámbito científico como desde organizaciones protectoras de los animales.

La fuga generó un debate enérgico sobre la ética de los experimentos con animales.

Las organizaciones defensoras de los derechos de los animales aprovecharon la ocasión para renovar sus críticas hacia el uso de primates en laboratorios de investigación.

Exigiendo así mayores regulaciones y alternativas que no involucren el sufrimiento de los animales.

A nivel internacional, el caso tuvo repercusiones, con varios grupos científicos y de investigación.

Tanto a favor como en contra del uso de animales en pruebas médicas, posicionándose públicamente.

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