
La vacuna contra el herpes zóster: ¿un aliado inesperado en la lucha contra la demencia?
- curecompass
- 12 abril, 2025
- I+D, Salud
- Nature Medicine, Portada, Stanford University
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Estudios recientes avalados por Nature y Nature Medicine sugieren que la vacunación, además de prevenir el herpes zóster, podría reducir el riesgo de desarrollar demencia, especialmente en mujeres.
Una nueva investigación publicada esta semana en Nature refuerza la evidencia de que la vacunación contra el herpes zóster puede disminuir significativamente el riesgo de demencia en la población.
Este estudio, desarrollado por un equipo de la Universidad de Stanford encabezado por Markus Eyting y Pascal Geldsetzer, se distingue por su meticuloso análisis y por incorporar diversos factores como el uso de otros servicios médicos, la administración de medicamentos y la adopción de otras vacunas, descartando diferencias significativas en la atención médica post-herpes zóster.
En el estudio se plantearon varias interrogantes cruciales:
- ¿Reducen las vacunas contra el herpes zóster –tanto Zostavax (vacuna de virus vivo atenuado, ya no disponible) como Shingrix (vacuna recombinante)– el riesgo de demencia?
- ¿El efecto se orienta más hacia la reducción del Alzheimer o de otras formas de demencia?
- ¿Cuál podría ser el mecanismo detrás de este beneficio?

Dos experimentos naturales han arrojado luz sobre estas preguntas. En el primer estudio, publicado en 2024 en Nature Medicine, se aprovechó el cambio rápido en Estados Unidos de Zostavax a Shingrix, hallándose que este cambio se asoció con un incremento del 17% en la libertad de diagnóstico de demencia.
Por otro lado, el nuevo estudio, basado en la elegibilidad para la vacuna Zostavax en Gales –definida por una fecha de nacimiento límite–, reveló que el 47% de los individuos elegibles fueron vacunados frente a un 0% de los no elegibles, resultando en una reducción del 20% en los diagnósticos de demencia a lo largo de un seguimiento de 7 años.
Estos hallazgos concuerdan en términos generales con estudios previos, incluidos aquellos que emplearon algoritmos de pseudoaleatorización y una metaanálisis de cuatro estudios de casos y controles o cohortes. Sin embargo, la investigación de Stanford se destaca por su diseño riguroso y por haber evaluado otros resultados de salud, lo que fortalece la validez de la asociación observada.
Un detalle relevante de ambos experimentos naturales es que el beneficio aparente se concentró en las mujeres, quienes, además de ser más propensas a desarrollar demencia en edades avanzadas, podrían experimentar diferencias en la respuesta inmune a la vacuna.
En estudios adicionales, como el realizado por Ukraintseva et al, se observó que el efecto protector era del 21% para el Alzheimer en comparación con un 10% para la demencia en general, lo que abre la puerta a futuras investigaciones para esclarecer si la protección se dirige de manera más específica a determinados subtipos de demencia.
La discusión sobre el mecanismo detrás de esta reducción del riesgo es amplia. Estudios anteriores han sugerido que diversas vacunas –incluidas las de tétanos-difteria, con o sin tosferina, la vacuna neumocócica y la de la gripe– podrían estar asociadas a una disminución del riesgo de demencia de alrededor del 20% o más.
Una hipótesis es que el estímulo inmunológico que proporcionan estas vacunas ayuda a contrarrestar la “inmunosenescencia”, es decir, el deterioro del sistema inmune asociado con la edad, lo que podría influir en la inflamación cerebral.
Respecto a la especificidad del efecto, surge una interrogante interesante: si Shingrix resulta ser más eficaz que Zostavax en la prevención del herpes zóster, ¿por qué la reducción del riesgo de demencia es similar en ambos casos?
Algunos expertos sugieren que, de existir un experimento natural para Shingrix versus la ausencia de vacunación, el beneficio podría ser mayor –posiblemente alcanzando una reducción de entre el 35% y el 40%–, aunque esto sigue siendo especulativo.
Como resumen, la nueva investigación destaca la potencial protección que las vacunas contra el herpes zóster podrían brindar contra la demencia, sin llegar a demostrar de forma concluyente que el beneficio sea específico contra el virus de la varicela-zóster o simplemente un efecto no específico del fortalecimiento del sistema inmunológico.
En palabras de Anupam Jena MD PhD, quien acompañó el estudio con un editorial, “…las implicaciones del estudio son profundas. La vacuna podría constituir una intervención rentable cuyos beneficios para la salud pública superan con creces su finalidad prevista.”
Además, la importancia de los experimentos naturales se subraya en esta investigación, ya que evitan la selección sesgada que suele acompañar a los ensayos clínicos controlados, en los que solo se incluye a un subconjunto de la población.
En conclusión, aunque aún quedan preguntas sin resolver, los datos actuales avalan la idea de que la vacunación contra el herpes zóster no solo protege contra esta enfermedad, sino que también podría ofrecer una reducción significativa en el riesgo de demencia, especialmente en mujeres.
Esta perspectiva abre nuevas líneas de investigación que podrían tener un impacto importante en la salud pública y en la estrategia de prevención de enfermedades neurodegenerativas en poblaciones de alto riesgo.