
“Es la política, estúpido”: Eli Lilly, Merck y Pfizer reconfiguran su producción en EE.UU.
- curecompass
- 22 marzo, 2025
- Gobierno, Negocios, Opinión
- Bill Clinton, Donald Trump, Eli Lilly, James Carville, Merck, Pfizer, Portada
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Las farmacéuticas aceleran inversiones millonarias en instalaciones nacionales para mitigar riesgos comerciales, mientras Eli Lilly lidera el movimiento con US$ 27.000 millones en nuevos proyectos.
“Es la economía, estúpido” –it’s the economy stupid, en inglés-, fue la célebre frase del estratega y asesor James Carville muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral del presidente demócrata Bill Clinton en 1992 contra el presidente republicano George H. W. Bush, un concepto clave que lo llevó seis meses después a convertirse en presidente de los Estados Unidos.
En 2025, treinta dos años después, algunos podrían asegurar que esa frase podrían transformarse o al menos llevarnos a una reflexión sobre el verdadero origen del huevo o la gallina resuelto recientemente por la ciencia y, claro, porque no, si primero es la política o la economía.
Más allá de cualquier dilema histórico que se pueda plantear en este momento, la presión de la administración Trump para relocalizar la producción farmacéutica en EE.UU. sigue generando movimientos estratégicos en el sector.

Merck inauguró una instalación de US$ 1.000 millones en Carolina del Norte, mientras Pfizer evalúa trasladar operaciones extranjeras a sus 13 plantas estadounidenses. Ambas empresas buscan contrarrestar los aranceles del 25% que el gobierno amenaza aplicar a importaciones de medicamentos.
Inversiones masivas y reconfiguración logística
Merck, que ya ha destinado más de US$ 12.000 millones desde 2018 en infraestructura nacional, planea sumar US$ 8.000 millones adicionales hasta 2028. Su directora financiera, Caroline Litchfield, destacó que el foco está en “apoyar nuestro pipeline y garantizar agilidad en la producción para EE.UU.” La compañía mantiene instalaciones en Irlanda y Singapur, pero prioriza su capacidad doméstica para productos como la vacuna Gardasil.
Por su parte, Pfizer –con la red de manufactura más grande del país– podría reubicar parte de su producción extranjera. Su CEO, Albert Bourla, señaló: “Tenemos todas las capacidades aquí y los sitios operan con buena capacidad. Si algo ocurre, intentaremos mitigarlo transfiriendo operaciones a plantas estadounidenses”. La empresa cuenta con mega-sitios especializados en anticuerpos y productos estériles.
Eli Lilly lidera el movimiento con US$ 27.000 millones
La farmacéutica de Indiana anunció en febrero una inversión récord para construir cuatro nuevas plantas. Dave Ricks, su CEO, vinculó la estrategia con políticas fiscales: “Esperamos influir en la legislación tributaria y mantener tasas corporativas bajas”. Aunque no mencionó aranceles, el movimiento refleja una tendencia sectorial hacia la autosuficiencia.
Contexto regulatorio y desafíos globales
Las amenazas arancelarias de Trump –que incluyen un 25% a productos de Canadá y México, y un 20% a China– generan incertidumbre. Litchfield reconoció que Merck tiene una “huella manufacturera ligeramente mayor fuera de EE.UU.”, pero enfatizó que las inversiones actuales buscan equilibrar riesgos y oportunidades.
Este escenario podría redefinir cadenas de suministro globales, con empresas evaluando aumentos de precios, cambios en proveedores o nuevas instalaciones. Mientras tanto, las farmacéuticas mantienen la mirada en Washington, donde las decisiones comerciales siguen moldeando su futuro industrial
Claro, todo esto no termina aquí. En las próximas semanas seguiremos viendo como la política reconfigura todos los planes de las compañías mencionadas más arriba y seguramente de otras que posiblemente elijan no hacer tan públicas sus intenciones o inversiones dentro o fuera del territorio estadounidense.
Por Juan Romero
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