
Consultas dermatológicas: tres de cada diez son por el frío
- Redacción
- 4 julio, 2025
- Salud
- Dermatitis, dermatología, eczema invernal, Hospital de Clínicas, piel seca, Portada, psoriasis, rosácea
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Comienza el invierno y con ello la vuelta de algunas afecciones cutáneas características de las bajas temperaturas. Así lo registran desde la División de Dermatología del Hospital de Clínicas de la UBA. Donde informaron que entre un 20% y un 30% de las consultas dermatológicas se vinculan directa o indirectamente con los efectos del frío y de los ambientes calefaccionados.
“Las patologías por las que suelen consultar en el invierno son la xerosis cutánea (piel seca), la dermatitis atópica (o eczema invernal), la queilitis (labios agrietados). También la rosácea y la psoriasis (que desmejoran con el clima frío intenso). Además, si bien no son tan frecuentes como las anteriores, debemos mencionar dermatosis típicas de las temperaturas bajas. Como ser la perniosis, la paniculitis fría, el fenómeno de Raynaud y la urticaria por frío. Además, en el invierno pasado aumentó como hace años no se veía la cantidad de casos de eritema pernio (sabañones)”. Así lo subrayó Graciela Manzur, jefa de la División de Dermatología del Clínicas.
Desde el sector explican que el frío reduce la actividad de las glándulas sebáceas. Y en consecuencia la producción de sebo y lípidos que componen el manto hidrolipídico. Esto deteriora la función barrera, facilitando la pérdida de agua. El resultado es una piel más seca, tirante y reactiva. Por otro lado, pasar repetidamente del exterior frío a interiores calefaccionados genera vasodilatación reactiva. Puede exacerbar condiciones como el enrojecimiento de la rosácea.
El uso de estufas y calefactores eléctricos o a gas reduce la humedad ambiental. Esto sumado a las bajas temperaturas, comprometen la respuesta inmune innata cutánea. Hay una reducción en la expresión de péptidos antimicrobianos (como catelicidina y defensinas). Lo que facilita sobreinfecciones en piel agrietada. Se altera también la microbiota superficial, favoreciendo la disbiosis.
Por su parte, el viento erosiona mecánicamente la capa córnea, particularmente en zonas expuestas (cara, labios, manos). Favorece la aparición de microfisuras y disrupciones en el estrato córneo. Lo que incrementa el riesgo de inflamación e ingreso de irritantes o alérgenos. Además, el viento produce vasoconstricción superficial, disminuyendo el flujo sanguíneo cutáneo y ralentizando los procesos de reparación.
Aparte del frío y el viento, hay otros factores que afectan la salud de la piel durante el invierno. Entre ellos se encuentran el tipo de calefacción que se utiliza, los cambios en los hábitos de higiene, el uso de ropa oclusiva o irritante. Así como la menor exposición al sol, la reducción de la ventilación de la piel, las variaciones en la alimentación e hidratación. Y el uso frecuente de barbijos, bufandas o prendas ajustadas al cuello.
Ante esto, se recomienda realizar consultas dermatológicas para que brinden orientación específica según tipo de piel. En líneas generales, la piel seca o sensible requiere más emoliencia y protección. Mientras que la piel grasa necesita mantener una limpieza equilibrada y tratar brotes por oclusión o disbiosis. No automedicarse.
También se recomienda usar cremas ricas en ceramidas, urea (5–10%), ácido hialurónico, glicerina, manteca de karité, pantenol o niacinamida. Aplicar las cremas justo después del baño, con la piel aún húmeda. Repetir la aplicación al menos dos veces al día, especialmente en piel seca, sensible o agrietada.
Del mismo modos, hay que evitar duchas largas y con agua muy caliente. Usar limpiadores sin jabón (syndet), preferentemente en crema o emulsión. Evitar productos con sulfatos, perfumes, alcohol o exfoliantes agresivos. En labios, evitar productos con fragancias y aplicar bálsamos con vaselina, lanolina, manteca de karité. En las manos, usar guantes de algodón y cremas barrera tras cada lavado. Para los pies, aplicar cremas con urea al 20% si hay sequedad o engrosamiento. En el rosto, cubrir con bufandas suaves y evitar la exposición directa al viento.
También se recomienda mantener el uso de protector solar. Aplicar diariamente, incluso en días nublados o fríos. Elegir fórmulas hidratantes, adaptadas al invierno. También es importante aplicarla si se pasa mucho tiempo frente a pantallas (computadoras, celulares, tablets, etc.) por su luz azul y sus efectos negativos.
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