
Cáncer de Ovario: hay más de 2.000 casos por año en Argentina
- Redacción
- 26 mayo, 2025
- Salud
- cáncer de ovario, ginecología, Instituto Alexander Fleming, oncología, Portada
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El cáncer de ovario es la segunda causa de muerte por tumores ginecológicos en nuestro país. Sus síntomas son inespecíficos y se suelen confundir con otras patologías, lo que dificulta su detección temprana.
Una creciente hinchazón abdominal. Dolor o molestia en la zona pélvica, pérdida de peso y una sensación de saciedad incluso después de haber comido en poca cantidad. Todos estos síntomas, muchas veces asociados a problemas digestivos o estomacales, pueden ser una señal de alerta del cáncer de ovario. Se trata de un tumor frecuente que tiene tratamiento, pero que suele ser detectado tarde. Justamente porque sus manifestaciones son poco específicas y se minimizan o confunden con otras patologías.
“El cáncer de ovario es una formación anormal de células tumorales que se originan en las células de la superficie del ovario o trompas de Falopio. A nivel mundial, al igual que en nuestro país donde hay más de 2.000 casos nuevos por año, ocupa el 8° lugar en incidencia. En la Argentina se ubica sexto en mortalidad, con 1.400 muertes por año. Es la segunda causa de muerte por cáncer ginecológico, después del cáncer de cuello uterino”. Así lo explicó Ana Laura Mendaña, oncóloga clínica del equipo de Ginecología Oncológica del Instituto Alexander Fleming (IAF).
Se estima que una de cada 70/80 mujeres padecerá esta enfermedad a lo largo de la vida. La experta advirtió que más del 70% de los casos se diagnostica en estadios III y IV. Como consecuencia de que los síntomas son inespecíficos, solapados y similares a los de otras patologías más cotidianas. “A pesar de realizarse múltiples estudios, no fue posible identificar aún un método de diagnóstico precoz eficaz que permita detectarlo en estadios más tempranos. La importancia de esto radica en que cuanto más inicial es el tumor al momento del diagnóstico, mayores son las tasas de curación”.
En general se estima que el 90% de los casos son curables en el estadio I, mientras que en las etapas más avanzadas las perspectivas de cura bajan al 15% o 20%. El hallazgo tardío, en la práctica, representa que cuando los médicos deben definir una estrategia terapéutica para afrontar el tumor, este ya se encuentra “localmente avanzado”. Es decir, con compromiso fuera del ovario, generalmente en el peritoneo, la membrana que recubre los órganos abdómino-pelvianos.
“Lamentablemente las estrategias para tamizaje de población y detección precoz del cáncer de ovario no tienen la suficiente sensibilidad y especificidad. Como para generar un impacto favorable en la sobrevida. La utilización de ecografía y marcadores tumorales no alcanza en un población no seleccionada para garantizar la detección del tumor en estadios iniciales”. Esto advirtió por su parte Mauro Orlando, subjefe del Área de Tumores Ginecológicos del IAF.
Las estrategias de prevención hoy se focalizan en un reducido grupo de mujeres con alteraciones genéticas. Son específicamente mutaciones del gen BRCA. “En estos casos, una salpingooforectomía profiláctica (extirpación de ovarios y trompas) permite una significativa reducción del riesgo de desarrollar el cáncer de ovario. Y se indica entre los 30 y 45 años, dependiendo del gen involucrado. El uso de anticonceptivos puede ser otra maniobra reductora de riesgo en estas mujeres”.
Ante este escenario, los especialistas encuentran un potencial para elevar las detecciones en los chequeos anuales que cada mujer lleva adelante con su médico de cabecera. “Durante los controles ginecológicos de rutina se puede incorporar la realización de una ecografía transvaginal. Cuando el profesional lo considere oportuno y en las pacientes con antecedentes familiares o alteraciones genéticas predisponentes que optaron por una cirugía preventiva se recomienda realizar con mayor frecuencia estos estudios de vigilancia”.
A pesar de que los síntomas sean inespecíficos, es importante presentar atención si se presentan distensiones abdominales, dolores pélvicos o trastornos evacuatorios recurrentes. “Idealmente ante la sospecha se debe realizar la ecografía transvaginal. Y de confirmarse una alteración, proceder con el estudio de marcadores tumorales. Y una tomografía o resonancia magnética de abdomen y pelvis para definir el mejor abordaje, que puede ser biopsia o cirugía”.
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