la obesidad y la insuficiencia cardíaca

La obesidad y la insuficiencia cardíaca, una relación peligrosa

Estudios recientes comprobaron que existe una relación entre la obesidad y la insuficiencia cardíaca (IC). Es decir la capacidad del corazón de bombear la sangre necesaria a todo el cuerpo. “Más del 50% de la población en Argentina tiene exceso de peso”. Así lo subrayó Lorena Coronel, cardióloga miembro de la Federación Argentina de Cardiología (FAC).

“Esto aumenta el riesgo de tener más de 200 problemas de salud como, por ejemplo, diabetes, hipertensión arterial (presión alta), enfermedades respiratorias crónicas. También enfermedad de los riñones, del hígado, algunos tipos de cáncer e insuficiencia cardíaca (IC)”. Así, de cada 10 pacientes con insuficiencia cardíaca, 8 tienen algún grado de sobrepeso u obesidad.

Como indicó la Federación Mundial de Obesidad, para 2025, se prevé que la prevalencia mundial de la obesidad alcance el 18% en los hombres y supere el 21% en las mujeres. No solo afecta a las personas adultas, sino que compromete seriamente a la población infantil. Por lo que es crucial abordar la obesidad desde edades tempranas. Ya que se demostró una asociación entre obesidad infantil y el desarrollo de enfermedad cardiovascular en la edad adulta.

La obesidad resulta de un desequilibrio entre la ingesta de energía y el gasto energético. Este desequilibrio se influencia por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y sociales. El aumento global en la prevalencia de la obesidad es principalmente por factores ambientales, como la mayor disponibilidad de alimentos altamente procesados y el estilo de vida sedentario.

Si bien existen varios tratamientos para la IC, en este contexto, la reducción de peso es también un objetivo de tratamiento. La alimentación saludable y la actividad física son medidas efectivas para prevenir y controlar la obesidad.

Para afrontar esta situación, desde la FAC señalan que se deben realizar cuatro comidas al día: desayuno, almuerzo, merienda y cena. También aumentar el consumo de frutas, verduras. Los lácteos como leche, yogur y queso deben ser descremados.

“Disminuir el consumo de alimentos ultraprocesados con mucha azúcar, grasa o sal como las golosinas, productos de copetín, fiambres, embutidos y bebidas azucaradas. Es decir, aquellos que más cantidad de etiquetas negras presentan en los envases es una medida a considerar. Se deberían dejar para ocasiones especiales”. Así lo sostuvo Eduardo Perna, gobernador del Capítulo de Argentina, del Colegio Estadounidense de Cardióogos. Lo mejor es elegir alimentos preparados en casa reemplazando el agregado de sal por condimentos como orégano, pimienta, ajo, perejil, romero, tomillo, entre otros.

También “limitar la ingesta de alcohol dado que aporta calorías y no aporta nutrientes”, dice Perna. Finalmente, realizar al menos 150 minutos de actividad física a la semana de intensidad moderada. Sumando como mínimo bloques de 10 minutos y agregar dos sesiones semanales de ejercicios de fortalecimiento muscular.

Si bien desde la FAC reconocen que llevar adelante estos cambios de hábito no es sencillo, cada decisión que se toma día a día permite construir salud.

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