Zonas con peor calidad del aire aumenta el riesgo de problemas mentales y físicos

Trasladarse a áreas con mayor contaminación del aire incrementa un 11% la probabilidad de desarrollar trastornos mentales, mientras que el acceso a espacios verdes de calidad mejora la salud mental dice una investigación en el Reino Unido.

Un reciente estudio realizado en Bradford, Reino Unido, ha arrojado luz sobre los efectos negativos que tiene para la salud mental y física mudarse a zonas con peor calidad del aire.

La investigación, liderada por el Dr. Mikel Subiza-Pérez y coordinada por la profesora Rosie McEachan, directora del proyecto NHS Born in Bradford, utilizó datos del Connected Bradford database, que contiene registros sanitarios anónimos de más de 800.000 personas residentes en la ciudad desde 1970.

El estudio analizó específicamente a 14.800 personas que se mudaron dentro de Bradford durante el primer semestre de 2021, enfocándose en la relación entre la contaminación por partículas en el aire y la salud mental. Antes de mudarse, 2.100 personas estaban bajo tratamiento farmacológico para problemas comunes como depresión y ansiedad.

Un año después, quienes se trasladaron a áreas con mayor contaminación presentaron un 11% más de riesgo de desarrollar un nuevo problema de salud mental en comparación con quienes se mudaron a zonas con mejor calidad del aire.

El Dr. Subiza-Pérez explicó que “se tomaron en cuenta las características socioeconómicas de cada área, incluyendo la privación por ingresos, empleo, educación, salud, discapacidad y crimen”, para aislar el impacto específico de la contaminación ambiental sobre la salud mental.

Además, el estudio reveló que mudarse a zonas con mayor cantidad de espacios verdes puede reducir la necesidad de medicamentos para problemas mentales, aunque este beneficio depende de la calidad del espacio.

“Parece que vivir cerca de espacios verdes de mala calidad puede empeorar la salud mental. Eso tiene sentido si no hay nada para hacer allí o si no te sientes bienvenido o seguro debido al diseño y equipamiento actual. Muchos espacios verdes no están suficientemente equipados para que las personas los usen cómodamente; necesitamos bancos, sombra y otras facilidades para todas las edades”, señaló Subiza-Pérez.

La profesora McEachan agregó que “las personas con problemas de salud mental tienden a mudarse con más frecuencia y a zonas con peor calidad ambiental, lo que puede afectar su capacidad de recuperación”. Esto evidencia un círculo vicioso donde la vulnerabilidad social y ambiental se retroalimentan.

El impacto de la contaminación no se limita a la salud mental. Estudios previos en California mostraron que el crecimiento pulmonar en niños mejora al mudarse a zonas con menos partículas contaminantes, mientras que se deteriora en quienes se trasladan a áreas más contaminadas.

Asimismo, una investigación con más de 10 millones de adultos mayores en Estados Unidos demostró que cambiar a lugares con diferentes niveles de contaminación afecta la longevidad.

La conclusión de la profesora McEachan es clara: “Si queremos ciudades más saludables y felices para todas las comunidades, debemos enfocar la inversión en las áreas con mayor necesidad. Los responsables de políticas públicas deberían considerar iniciativas para reducir la contaminación y mejorar la calidad de los espacios públicos en zonas céntricas, mediante inversión en regeneración urbana, transporte público y reducción del tráfico”.

Este estudio aporta evidencia sólida para que gobiernos y sectores privados prioricen la mejora ambiental como estrategia clave para la salud pública, especialmente en comunidades vulnerables.

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