Situación actual del Acceso Universal a la Salud en el mundo y en la Argentina
El acceso universal a la salud es un derecho fundamental reconocido en muchos países, pero su implementación efectiva aún enfrenta grandes desafíos. A pesar de los avances en la legislación, más de la mitad de la población mundial carece de servicios de salud esenciales.
En la Argentina y en otras partes del mundo, políticos, empresarios y líderes mencionan, hablan, planean y proponen sobre la Salud Mundial, y el derecho de los seres humanos a acceder a servicios de salud públicos o privados pero para seguir leyendo y escuchando sobre el tema es interesante tener en cuenta los siguientes datos para tener un poco más claro el tema.
Determinar el número exacto de personas en todo el mundo con seguro médico privado o cobertura sanitaria social implica examinar varias fuentes clave.
Cobertura sanitaria mundial
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente la mitad de la población mundial no tiene cobertura total de los servicios sanitarios esenciales. Esto indica que aproximadamente 4.500 millones de personas no están plenamente cubiertas por los servicios sanitarios necesarios (Organización Mundial de la Salud (OMS)).
Aproximadamente 2.000 millones de personas en todo el mundo se enfrentan a importantes dificultades económicas debido a los gastos sanitarios de su bolsillo y otros 1.000 millones experimentan gastos sanitarios catastróficos (por ejemplo, más del 10% de su presupuesto familiar)
Cobertura Sanitaria Universal
Actualmente, en pleno Siglo XXI, los seguros sanitarios privados -a casi 100 años del primer servicio privado, fundado en Texas en 1930- son comunes en muchos países de renta alta y complementan los servicios sanitarios públicos o cubren servicios no incluidos en los planes sanitarios públicos.
Por ejemplo, en Corea del Sur, aunque el gobierno proporciona una cobertura importante, alrededor del 77% de las personas también tienen un seguro privado para cubrir gastos adicionales.
Estas estadísticas subrayan las importantes lagunas existentes en la cobertura sanitaria en todo el mundo y ponen de relieve los retos que sigue planteando la consecución de la cobertura sanitaria universal.
De ahí que los esfuerzos para ampliar los seguros sanitarios públicos y privados son cruciales -la discusión sobre quién debe hacerlo es secundaria- para mitigar las dificultades financieras y mejorar los resultados sanitarios en todo el mundo.
En ese sentido vale mencionar que no son pocos los países que han adoptado alguna forma de cobertura sanitaria universal, con el objetivo de proporcionar asistencia sanitaria a más del 90% de su población. Según informes recientes de la OMS, 78 países han aplicado políticas de cobertura sanitaria universal.
A pesar de estos esfuerzos, el progreso mundial hacia la cobertura sanitaria universal se ha ralentizado, y muchos países luchan por ofrecer una asistencia sanitaria completa y asequible a todos sus ciudadanos.
Acercándonos al problema que implosionó recientemente en la Argentina, vale recorrer la historia de los primeros seguros sanitarios privados en Sudamérica que se remontan a principios del siglo XX, con un desarrollo significativo en países como Chile y Argentina. Sin embargo, es difícil determinar con exactitud cuál fue el «primer» servicio sanitario privado debido a la evolución simultánea y paralela de los servicios sanitarios en la región.
En Argentina, el desarrollo de los seguros de salud privados y los sistemas de medicina prepagada, que hoy conocemos popularmente como «prepagas» comenzó a tener protagonismo en el sistema recién en la década del 70 siendo una de las primeras y más influyentes OSDE (Organización de Servicios Directos Empresarios), creada en 1971.
OSDE desempeñó un papel importante en la configuración del panorama de los seguros de salud privados en el país al ofrecer planes de cobertura sanitaria integral a diversos segmentos de la población, incluidos empleados de grandes empresas y particulares que buscaban alternativas de asistencia sanitaria privada al sistema público.
La acuciante situación del sistema en la Argentina
El sistema sanitario argentino se caracteriza por una combinación de sectores público, de seguridad social y privado. Los hospitales públicos atienden a alrededor del 35% de la población, mientras que la seguridad social y el seguro médico sindical cubren aproximadamente el 60%, y el seguro médico privado (prepagas) representa apenas el 13% de la población actual.
Mientras que durante gran parte del siglo pasado el sistema de Salud de la Argentina tenía una reputación positiva inalcanzable no solo para países de la región sino para países de altos ingresos como algunos europeos, asiáticos y hasta comparable al siempre criticado sistema estadounidense. Pero ya en este siglo, en los últimos 20 años esa percepción del estado de salud ha disminuido notablemente.
Es más, cada vez más personas evalúan negativamente no solo el sistema público y privado de la Salud en la Argentina sino, peor aún, su bienestar físico, reflejando de esta manera una crisis que va más allá de la disponibilidad de servicios médicos.
La degradación del Sistema llegó a la Persona
Más allá de la discusión casi crónica en este siglo sobre si Pública o Privada, si mejor o peor, la crisis del sistema ya no es del otro, dejó de ser un intangible lejano y se instaló en todos los sectores sociales igualando de manera brutal de arriba hacia abajo.
Hoy, en medio de una crisis económica y social interminable, el estrés y la calidad del sueño son dos problemas críticos que afectan a los argentinos. Esos niveles de estrés han aumentado y la calidad del sueño se ha deteriorado -incertidumbre, economía, trabajo, inseguridad, educación, etc.-, situando al país por debajo de la media global en estos aspectos. Estos factores no solo impactan la salud física, sino también el bienestar emocional y la productividad.
En Argentina, mejorar estos aspectos podría ser una vía efectiva para incrementar la percepción de bienestar y felicidad.
Abordar estos desafíos requiere un enfoque integral, que no solo mejore el acceso a los servicios de salud, sino que también aborde los factores sociales y económicos que afectan el bienestar. La inversión en políticas públicas que promuevan una vida saludable y el manejo del estrés es crucial para transformar la percepción y realidad de la salud en el país.
En resumen, garantizar el derecho a la salud implica más que proporcionar servicios médicos; es necesario un compromiso con el bienestar integral de la población. Solo así se podrá alcanzar un verdadero acceso universal a la salud.
¿Se puede resolver semejante problema?
Los líderes en la Argentina ¿están a la altura de las necesidades de una población que año a año parece más preocupada y hasta desesperada?
El gasto en Salud en la Argentina representa alrededor del 9 y 10% del PIB -Alemania gasta entre 11 y el 12%-, que equivale aproximadamente a unos U$S 35.000 millones anuales y según los expertos, para lograr mejoras sustanciales en países con sistemas de salud en desarrollo deberían aumentar su inversión en salud al menos al 12 o también un 15% del PIB. Esto implicaría un aumento adicional de entre U$S 10 y 15 mil millones anuales.
Además, para finalizar, de acuerdo a diversos estudios y experiencias de países que padecieron de un problema similar, el esfuerzo económico debería estar acompañado de políticas sostenibles y eficaces que promuevan la eficiencia, la equidad y la calidad en la atención de salud.
Para llegar hasta allí, los actores, todos deberán dejar de mirar al costado, comprometerse y esperar que el esfuerzo y la colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil -durante al menos 5 e idealmente 10 años de gestión constante- sea suficiente para alcanzar estos objetivos.
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