LACTANCIA

Primera infancia: claves para la nutrición

Expertos de distintas disciplinas alrededor de la infancia propusieron un decálogo que aborda diferentes aspectos de nutrición en la primera etapa de la vida.

La alimentación ocupa un lugar preponderante en la primera etapa de la vida.

Por su contribución al desarrollo físico, inmunológico e intelectual de los bebés.

Igualmente, es una etapa que plantea preocupaciones, miedos y dudas a las familias.

Los primeros 1.000 días de la vida (desde la concepción hasta los 2 años) conforman un período que representa una ventana de oportunidad única para el crecimiento físico.

También para la programación metabólica, el neurodesarrollo y la maduración inmunológica.

En contrapartida, puede tener consecuencias desfavorables en el niño y en las generaciones futuras.

Si no se propicia un adecuado cuidado materno y no se privilegian la alimentación y el tipo de parto.

Por su parte, Omar Tabacco, médico pediatra gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, se refirió al respecto.

“Estos 1.000 días de vida son cruciales para el crecimiento y desarrollo de un niño”.

“Durante dicho período, el cuerpo y el cerebro del niño experimentan un rápido crecimiento y desarrollo”.

“Lo que significa que la nutrición adecuada es esencial para asegurar un crecimiento saludable”.

Para el bebé, indiscutiblemente la leche materna es la forma de alimentación por excelencia.

Ya que se la considera un tejido vivo y aporta todos los nutrientes que el niño o niña necesita durante la primera infancia.

Por eso, es muy auspicioso el crecimiento que vino experimentando en nuestro país.

Cifras oficiales de la Encuesta Nacional de Lactancia Materna (ENALAC) muestran que la tasa de lactancia exclusiva a los 6 meses de vida pasó del 30% en 2011 al 45% en 2022.

Sigue habiendo oportunidades de mejora, pero es una buena noticia que siga mejorando.

La microbiota es el conjunto de bacterias, levaduras, hongos, virus y otros microorganismos que se alojan en el intestino.

El predominio de bacterias como las Bifidobacterium y Lactobacillus, transferidas a partir de la microbiota materna mediante el parto vaginal y la lactancia, y reforzadas por los prebióticos naturales (oligosacáridos) de la leche materna (HMO, por su sigla en inglés), constituye el mejor ejemplo de la naturaleza de una “siembra” intestinal inicial exitosa, que prepara el escenario para una infancia saludable.

La leche materna está  compuesta por elementos bióticos -más precisamente, oligosacáridos, bacterias y metabolitos bacterianos-.

Que contribuyen en el proceso de colonización intestinal del lactante.

Al favorecer tanto el equilibrio de la microbiota intestinal como el desarrollo de sistemas digestivo, inmunológico y metabólico saludables.

“Así como el parto vaginal y la lactancia materna modulan favorablemente la microbiota, se sabe que medidas como la ingesta de antibióticos atentan contra ella”.

“Por lo tanto, deben usarse solo cuando es estrictamente necesario y a partir de la prescripción de un profesional de la salud”, explicó Tabacco.

En el control de salud, padre y madre pueden evacuar sus dudas y dificultades sobre la crianza, la alimentación y las vacunas.

Es necesario llevar al bebé desde que nace, aunque esté sano, para que un profesional de salud lo revise para saber cómo está creciendo y desarrollándose.

Entre los 7 y 10 días de vida, el primer control, de 1 a 6 meses, todos los meses, de 6 meses a 1 año, cada 2 meses.

De 1 a 2 años, cada 3 meses, de 2 a 3 años, cada 6 meses y desde los 3 años, una vez por año.

Un estudio del Centro de Estudios sobre Política y Economía de la Alimentación (CEPEA) se presentó en el último Congreso Argentino de Nutrición.

Y mostró que 4 de cada 10 niños consumen leche de vaca antes del año de vida.

Aunque está desaconsejado porque su composición nutricional es inadecuada para esa etapa y puede comprometer la salud futura.

A partir de datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, este estudio demostró que la dieta en esa etapa de la vida, en promedio, se excede en su aporte de proteínas y sodio.

Y está por debajo en ácidos grasos omega-3, zinc y hierro.

Y que los excesos y déficits de la dieta son más pronunciados en quienes abandonan la lactancia materna y consumen leche de vaca.

Tal como aclaró Tabacco, “la leche de vaca está contraindicada en esa etapa precisamente por el déficit y la sobrecarga de algunos nutrientes para ese momento del desarrollo”.

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