Leucemia Mieloide Crónica

La leucemia mieloide crónica detectada en forma temprana tiene muy buenas perspectivas de tratamiento

La leucemia mieloide crónica es un cáncer que si se detecta en forma temprana tiene muy buenas perspectivas de tratamiento.

En la Argentina se diagnostican nueve casos de leucemia por día, como indican los últimos datos del Ministerio de Salud.

Dentro de este grupo de tumores que se desarrollan a través de la sangre, el 20% corresponde a un subtipo que no se puede prevenir.

Pero su detección temprana permite que el tratamiento pueda alcanzar un resultado positivo.

A tal punto que crece una nueva tendencia en el abordaje de la enfermedad.

Discontinuar las terapias bajo seguimiento médico sin elevar el riesgo para los pacientes.

La leucemia mieloide crónica afecta las células primitivas o células madre de la medula ósea.

Es decir, aquellas que dan origen a los elementos de la sangre: glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas.

“La consecuencia es el aumento de estas células y de sus productos, que se  acumulan en exceso”.

“No solo en la medula ósea sino también en la sangre, pudiendo afectar otros órganos como el bazo y el hígado”.

Así lo explicó Rosario Custidiano,  del Servicio de Hematología y Trasplante Hematopoyético del Instituto Alexander Fleming (IAF).

Se estima que la incidencia de esta neoplasia es de un caso cada 100.000 habitantes.

Esta enfermedad oncológica, cuyo día mundial de concientización se conmemora este domingo 22 de setiembre, se origina a partir de una alteración genética adquirida.

No es de nacimiento, ni se transmite a los hijos.

Esa alteración provoca la aparición de un cromosoma llamado Filadelfia.

“Es un cromosoma anormal, producto de un reordenamiento aberrante de dos cromosomas el 9 y el 22”.

“Esta nueva versión lleva a la producción de una proteína anormal, la tirosina kinasa bcr-abl”.

“Que le otorga a la célula la capacidad de proliferar y sobrevivir sin control”, detalló Custidiano respecto del mecanismo con el que avanza este tipo de tumores.

En medicina oncológica el tiempo es un factor clave.

Cuando antes se obtiene el diagnóstico preciso de un tumor, mejores son las perspectivas para los pacientes.

En el caso de la LMC, al tratarse de una patología que no se puede prevenir, la detección temprana pasa a ser un elemento central para reducir su impacto en la población.

 “Hoy los pacientes con leucemia mieloide crónica que se diagnostican en fase crónica e inician su tratamiento cursando con éxito las etapas y manteniendo una adherencia, tendrán una expectativa de vida similar a un paciente sin LMC de su misma edad, siendo las muertes en su mayoría no relacionadas a la LMC”, aseguró Custidiano.

Asimismo conseguir que los pacientes sigan el tratamiento indicado y en los plazos previstos es el paso posterior a diagnosticar rápido.

Y constituye otro desafío central en el abordaje de esta patología.

“Es importante un buen manejo de los eventos adversos, para no perder adherencia al tratamiento”.

“Es clave formar un equipo con el cuerpo médico y familia, también acceder a ayuda psicológica  para manejar la angustia y la ansiedad”.

Asimismo “entender la oportunidad terapéutica, y comprometerse al cumplimiento de controles y adherencia”.

“Para maximizar  las posibilidades de llevar un tratamiento óptimo, y alcanzar la remisión exitosa”.

Los tratamientos habituales son las terapias dirigidas que buscan inhibir la proteína tirosina quinasa anormal que produce el cromosoma Filadelfia.

Son pequeñas moléculas sintéticas orales -llamadas inhibidores de tirosina quinasa bcr-abl- que permiten en la mayoría de los casos frenar la evolución a fase acelerada o crisis blástica.

Así como normalizar los recuentos sanguíneos y negativizar la alteración genética.

El objetivo terapéutico es una respuesta molecular profunda, lo que abre las puertas al éxito del tratamiento a largo plazo.

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