El hospital excluye los audífonos

Garantizar la audición es una parte esencial del cuidado de la salud

Cuando una persona ingresa a un hospital, se activa una serie de cuidados orientados a preservar su salud física. Pero, ¿qué pasa con su derecho a oír? En Argentina casi el 21% de los individuos con discapacidad tienen dificultades auditivas, y de ellas, la mitad no puede oír sin audífono. Según el Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad (Indec, 2018). Aun así, en muchos entornos hospitalarios, estos dispositivos siguen siendo ignorados, subestimados o directamente excluidos del protocolo de atención.

Y eso tiene consecuencias. Escuchar bien no es un lujo: es una condición básica para comprender instrucciones médicas. Así como hacer preguntas, sentirse seguro y tomar decisiones sobre la propia salud. Sin audífonos, quienes dependen de ellos pierden un puente clave con su entorno. Y en un hospital, ese puente puede ser decisivo.

Los audífonos son la voz del otro. Si no están puestos, el paciente pierde la posibilidad de entender indicaciones, expresar dudas o simplemente sentirse acompañado.

La legislación argentina es clara. La Ley Nacional de Salud Mental 27.044 establece que todas las personas tienen derecho a atenderse en igualdad de condiciones. Y sin barreras comunicacionales. Y la Ley 24.901 garantiza el acceso a dispositivos auditivos como parte de la rehabilitación integral de las personas con discapacidad.

Entonces, ¿por qué todavía nos preguntan en el consultorio: “¿Puedo llevar mis audífonos al hospital?” La respuesta es sí, siempre que no se trate de una situación donde deban ser retirados por cuestiones técnicas. Como ciertos estudios o procedimientos quirúrgicos) En todos los demás casos, los audífonos no solo pueden, sino que deben acompañar al paciente.

Durante resonancias, tomografías o radiografías, puede ser necesario retirarse los audífonos por razones técnicas. Pero es clave que el personal informe con claridad cuándo y por qué se hace, y que garantice el cuidado del dispositivo durante el procedimiento.

En el caso de cirugías, muchas instituciones permiten que la persona use sus audífonos hasta el momento inmediato previo a la anestesia. Si la pérdida auditiva es severa, el paciente tiene derecho a pedir mantenerlos puestos hasta último momento, para no quedar aislado en un contexto de alta sensibilidad.

Naturalizar el uso de audífonos en el hospital no es solo una cuestión técnica, es una señal de respeto. Es reconocer que la salud también se cuida desde la comunicación. Porque una atención verdaderamente inclusiva no empieza en el quirófano ni en el consultorio, empieza en el vínculo. Y para que ese vínculo exista, primero hay que escucharse.

Escuchar bien también es parte de sanar. Y garantizarlo es un acto simple, pero profundamente humano.

Por María Leiro – licenciada en Fonoaudiología del equipo GAES, marca Amplifon

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