
Los ahogamientos son prevenibles y la supervisión salva vidas, advirtió la Sociedad Argentina de Pediatría
- Redacción
- 26 diciembre, 2025
- Salud
- ahogamientos, Portada, Sociedad Argentina de Pediatría
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Los ahogamientos constituyen la segunda causa de muerte por lesiones no intencionales en el mundo y el 63% de los casos se produce en menores de cinco años. Aunque la tasa mundial disminuyó un 38% desde el año 2000, el fenómeno sigue siendo dramático. En la última década, cada hora, una persona muere por esta causa. Solamente en 2021 se produjeron 300.000 muertes en el mundo por ahogamientos. En Argentina, de acuerdo con el último informe del Ministerio de Salud, 48 niños menores de cinco años fallecieron por ahogamiento en 2023. Lo que da el triste promedio de prácticamente un deceso cada siete días.
Así lo remarcó un informe que realizaron especialistas del Comité de Prevención de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre un evento que continúa cobrándose vidas infantiles de forma silenciosa. El informe ofrece un análisis riguroso sobre los factores de riesgo, las estadísticas más recientes y una batería de recomendaciones prácticas orientadas a la prevención.
“El dato es tan estremecedor como evitable. Estamos hablando de muertes que pueden prevenirse con medidas sencillas, pero eficaces, como la supervisión constante, la eliminación de riesgos domésticos y la concientización comunitaria”. Así lo señaló Adela Armando, secretaria consultora del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP y una de las autoras del documento.
La SAP insiste en que los ahogamientos pueden ocurrir en cualquier momento del año, no solo en época estival o durante vacaciones. En los niños más pequeños, especialmente menores de cinco años, los incidentes suelen suceder en el hogar o sus inmediaciones. Bañeras, inodoros, baldes con agua sin vaciar, pozos sin tapar, estanques, canales, acequias e incluso bebederos para ganado. La vulnerabilidad se acentúa en los menores de un año, que dependen completamente de la atención de sus cuidadores.
“El ahogamiento en niños pequeños es rápido, silencioso y requiere muy poca cantidad de agua. Por eso hablamos de una vigilancia 100% dedicada. Sin celular, sin distracciones, con un adulto atento y a no más de un metro del niño. Es una forma concreta de salvar vidas”. Así lo explicó María Cecilia Rizzuti, prosecretaria del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP y quien también participó en la confección del trabajo.
Por su parte, María Florencia Barril, secretaria del Comité de Prevención de Lesiones y también autora del documento, remarcó: “Necesitamos comprender que prevenir los ahogamientos no es una tarea individual, sino colectiva. Se trata de generar entornos seguros, reforzar la educación comunitaria y legislar en función de la infancia. Si se puede prevenir, entonces no es un accidente”.
El trabajo también aborda las particularidades del riesgo en adolescentes, quienes suelen exponerse a peligros en entornos naturales como ríos, lagos o el mar. En estos casos, las causas más frecuentes de ahogamiento son la imprudencia, la subestimación del riesgo. Así como el uso de sustancias como alcohol o drogas, el equipamiento inadecuado y el desconocimiento del entorno.
“Con los adolescentes hay que trabajar la conciencia del riesgo y en conductas prudentes en entornos acuáticos. No zambullirse en lugares donde no se ve el fondo, no ingresar al agua en sitios no habilitados, bañarse en horarios donde estén los guardavidas, respetar indicaciones y señales. También utilizar el equipamiento adecuado para actividades acuáticas y nunca hacerlo bajo los efectos de sustancias. La idea no es infundir miedo, sino promover el autocuidado responsable”.
La SAP propone fomentar, desde edades tempranas, el aprendizaje progresivo de habilidades acuáticas. Aprender a nadar es una herramienta crucial, pero no suficiente por sí sola. Deben incorporarse también conductas prudentes y evaluar siempre las condiciones del entorno. Además, el informe recomienda que todos los cuidadores realicen cursos de reanimación cardiopulmonar (RCP) y que estas capacitaciones se incorporen en las escuelas.



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