ACV

El ACV es una enfermedad prevenible que afecta cada vez a más personas y de menor edad

En un preocupante fenómeno, el Accidente Cerebro Vascular (ACV) está registrando un aumento significativo en su incidencia.

Afectando no solo a la población de edad avanzada, sino también a personas cada vez más jóvenes.

En el marco del Día Mundial del ACV, que se conmemora cada 29 de octubre, es esencial recordar que el tiempo es un factor crítico.

Reconocer los síntomas a tiempo y buscar atención médica puede marcar la diferencia entre una recuperación exitosa y secuelas permanentes.

Desde el Hospital de Clínicas de la UBA, se hace un llamado urgente a la concientización sobre la importancia del control de los factores de riesgo.

Y la necesidad de una respuesta rápida ante cualquier signo o síntoma de esta grave condición.

“El ACV es un conjunto de signos y síntomas que genera un déficit neurológico”.

Así lo destacó José Stringa, médico de Planta de la V Cátedra – Departamento Medicina Interna del Clínicas.

Como precisó el especialista, la falta de control de los factores de riesgo es la principal culpable del incremento en la cantidad de casos.

Estos factores incluyen la presión arterial alta, el colesterol elevado, la glucemia, la falta de actividad física, una alimentación poco saludable y el tabaquismo.

Además, advirtió que “el ACV que no es tratado en tiempo y forma tiene una altísima mortalidad”.

“Y un gran impacto en la persona y en el grupo familiar debido a las secuelas que puede dejar, tanto motoras como de deterioro cognitivo”.

Por su parte, un informe de la Cámara de Diputados reveló que el ACV es la segunda causa de muerte.

Y la principal causa de discapacidad a nivel mundial, con estadísticas alarmantes en Argentina.

Cada año, aproximadamente 120.000 personas sufren un ACV, resultando en 40.000 muertes y 40.000 nuevas discapacidades.

Es crucial entonces reconocer los síntomas de un ACV para actuar con rapidez.

Entre los signos más comunes se encuentran la debilidad o entumecimiento en un lado de la cara, brazo o pierna.

También, dificultades para hablar o entender el habla, problemas para caminar y mareos, y pérdida de equilibrio o falta de coordinación.

Asimismo aparece un dolor de cabeza súbito y severo.

Ante cualquiera de estos síntomas, es vital contactar de inmediato a los servicios de emergencia.

Por su parte, Stringa enfatizó que “cualquier signo o síntoma que sugiera un ACV tiene que rápidamente generar alarma en la persona y en el grupo familiar”.

Un diagnóstico precoz puede mejorar significativamente las tasas de mortalidad y las secuelas.

El Clínicas implementó un protocolo de atención para pacientes con sospecha de ACV.

Garantizando que dentro de la primera hora se realice una evaluación adecuada y se lleve a cabo una neuroimagen.

Como una tomografía o resonancia, para determinar la elegibilidad para un tratamiento trombolítico.

Como indicó Stringa, “hay todo un sistema organizado en donde, para aquel paciente que ingrese con sospecha de ACV”.

“Un equipo está destinado a su atención para ofrecerle un diagnóstico rápido y un tratamiento oportuno”.

Aproximadamente 4 de cada 10 personas que sufren un ACV desarrollan rigidez muscular conocida como espasticidad, que puede afectar severamente la funcionalidad y autonomía del paciente.

La Sociedad Argentina de Medicina Física y Rehabilitación (SAMFyR) destaca que es fundamental iniciar el tratamiento de rehabilitación lo antes posible.

Abordándolo de manera integral con un equipo multidisciplinario.

La rehabilitación tras un ACV es un proceso dinámico que requiere la participación activa del paciente y su entorno.

Según SAMFyR, “el abordaje exitoso de un ACV comienza con la inmediata identificación de sus síntomas y el llamado a emergencias”.

Una vez estabilizado, se inicia la rehabilitación para mitigar las secuelas.

Que pueden incluir desde dificultades motoras hasta problemas cognitivos y emocionales.

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