Mitos sobre el vapeo

Mitos sobre el vapeo que generan confusión

El uso de cigarrillos electrónicos crece entre adolescentes y adultos jóvenes. Su atractivo se basa en dispositivos discretos, aromas dulces, marketing en redes sociales y la percepción extendida de que “son sólo vapor de agua”. Pero la evidencia científica contradice esa creencia. El aerosol contiene sustancias tóxicas, puede generar adicción y tiene efectos adversos documentados en los sistemas respiratorio y cardiovascular. A sí como señales de impacto en la salud mental. La Asociación Argentina de Tabacología (AsAT) advirtió sobre los mitos alrededor del vapeo.

La entidad indicó que estos dispositivos no son una herramienta recomendada para dejar de fumar. Lejos de ser inocuos, pueden convertirse en una puerta de entrada al cigarrillo convencional, especialmente en la población adolescente. Los principales mitos y verdades sobre el vapeo, según la AsAT, son que el vapeo ayuda a dejar de fumar. Aunque algunos estudios internacionales muestran que el cigarrillo electrónico podría ayudar a dejar de fumar, su eficacia depende de productos regulados y estandarizados que no existen en Argentina. Por otro lado, la tasa real de éxito es igual o menor que con tratamientos que sí están aprobados y son más seguros. El utilizar vapeador no representa una cesación completa, es decir, las personas dejan de fumar pero quedan dependientes de este dispositivo y de la nicotina que contiene. Esto no ocurre con tratamientos aprobados donde la meta es la abstinencia total.

Otro de los mitos sobre el vapeo es que los cigarrillos electrónicos son menos dañinos que fumar, así que sirven como alternativa. Los cigarrillos electrónicos no son inocuos, contienen nicotina y muchas otras sustancias tóxicas. Múltiples estudios asocian el uso de cigarrillo electrónico con aumento de tos, bronquitis, asma y mayor riesgo de EPOC.

Los dispositivos no emiten vapor de agua sino un aerosol con solventes, metales, aldehídos, nicotina y partículas ultrafinas. Estos compuestos son irritantes y potencialmente cancerígenos. Se reportaron casos de Evali (lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillo electrónico), bronquitis, asma y síntomas respiratorios persistentes.

Asimismo se dice que el vapeo no genera adicción. Pero el cigarrillo electrónico puede generar adicción al igual que el cigarrillo convencional. La mayoría contiene nicotina, una de las sustancias más adictivas según la OMS. También existe dependencia psicológica: ritual, gestos y automatismos que fortalecen la compulsión.

Por otra parte, Asat denunció que hay quienes afirman que los cigarrillos electrónicos son legales en Argentina. Desde 2011, la Anmat prohíbe la importación, venta, distribución y publicidad. Aunque el uso personal no está penado, la comercialización sucede en un mercado informal, sin control sanitario.

Otro de los mitos del vapeo es que los sabores son inocuos y sólo mejoran el gusto. Muchos contienen sustancias como diacetilo, vinculado a bronquiolitis obliterante, un cuadro grave e irreversible a nivel pulmonar. También los sabores tienen cetonas, aldehídos y otros compuestos orgánicos  que se aerosolizan al ser calentados pudiendo generar sustancias irritantes y cancerígenas. Además, hacen los dispositivos más atractivos para adolescentes y reducen la percepción de riesgo.

Del mismo modos, se dice que si no tiene nicotina, es seguro. Aunque reduce la dependencia física, los aerosoles siguen conteniendo solventes, metales y aromatizantes dañinos para la vía aérea. Por lo tanto, no son seguros.

Además, no es cierto que el vapeo no afecta a terceros. Conviviendo con vapeadores se detectan metabolitos de nicotina (cotinina) y otros compuestos en saliva y orina de personas expuestas. Se observan más síntomas respiratorios en convivientes, especialmente preocupante en niños y embarazadas.

Por último, está la creencia que vapear ayuda a controlar la ansiedad. La sensación de calma que sienten muchos usuarios de los cigarrillos electrónicos es un alivio transitorio del síndrome de abstinencia a la nicotina, no una mejoría real de la ansiedad. Estudios recientes  concluyen  que aquellas personas que utilizan cigarrillos electrónicos presentan más síntomas de ansiedad que los no usuarios.

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