
En América Latina, Pfizer invirtió más de US$ 524,5 millones en I+D
En una región con historial de baja inversión en salud, América Latina está recibiendo más atención. Actualmente, Pfizer invirtió más de US$ 524,5 millones en investigación clínica desde 2020. Posicionando así a la región como un punto estratégico para la validación científica de tratamientos innovadores para enfermedades complejas que afectan a muchas personas.
El clúster de Pfizer en América Latina incluye Argentina, México, Brasil, Chile, Colombia y Perú. Estableció una sólida infraestructura de investigación clínica. Hay 534 sitios de estudio activos y se espera llegar a casi 250 nuevos sitios este año. La región tiene actualmente 41 estudios clínicos activos y 27 en planificación.
Argentina lidera en inversión, con más de US$ 290 millones con destino a estudios clínicos en los últimos cinco años. Así como 28 investigaciones en curso y 19 planeadas. De hecho, en 2024 Argentina ocupó el segundo puesto entre los países de todo el mundo con mayor inversión en investigación por parte de la compañía. Solo superada por Estados Unidos.
Por su parte, Brasil destina US$ 83,5 millones y tiene 42 estudios activos. En el caso de México, la inversión de 2020 a 2024 corresponde a más de US$ 64 millones y cuenta con 25 estudios en curso y 23 en desarrollo. Mientras que Chile, Colombia y Perú siguen el paso con 10 estudios activos y 6 planeados. Demostrando así el potencial regional para colaborar en el desarrollo de terapias innovadoras.
“En América Latina, no sólo estamos probando nuevos tratamientos, estamos escribiendo el futuro de la medicina basada en evidencia. Cada ensayo representa una esperanza, una posibilidad, una oportunidad para miles de pacientes”. Así lo señaló Gabriela Dávila, directora regional de Investigación Clínica de Pfizer para Europa, Canadá y América Latina.
Entre los avances más significativos del último tiempo, se encuentra el estudio de una vacuna preventiva contra el virus sincicial respiratorio (VSR). Que se implementó en Argentina con más de 11.000 participantes. Esta investigación fue clave para su registro global y ya se publicó en The Lancet. En paralelo, se llevan a cabo ensayos sobre tratamientos inmunológicos para mieloma múltiple. Con terapias que buscan estimular el sistema inmune para atacar células malignas sin dañar tejidos sanos, y nuevas alternativas para hemofilia.
En el contexto de la pandemia, países como Perú y Colombia resultaron protagonistas en la validación de tratamientos antivirales orales contra Covid-19. Hoy están disponibles en diversas regiones del mundo y transformaron la respuesta ambulatoria al virus. “La región demostró que, incluso en contextos complejos, puede operar con rigurosidad científica y con altos estándares éticos. Eso nos convierte en socios confiables para cualquier desarrollo clínico global”.
La investigación clínica no sólo representa una herramienta clave para acelerar el acceso a terapias de vanguardia. Sino que también contribuye al desarrollo económico y científico de los países participantes. Actualmente, más de 1.000 pacientes en el clúster de América Latina participan activamente en ensayos clínicos. Cada uno de ellos no solo accede a opciones terapéuticas potencialmente transformadoras. Sino que se convierten en un agente activo de la ciencia, aportando datos esenciales que permiten validar la eficacia y seguridad de los medicamentos.
Los beneficios se extienden también al ámbito académico y formativo. Cientos de profesionales médicos, enfermeras, investigadores, técnicos se capacitan mediante su participación en los protocolos. Fortaleciendo así capacidades locales y construyendo una cultura científica más sólida, diversa y alineada con estándares internacionales. “La ciencia no debe tener fronteras. América Latina tiene el talento, la diversidad y el compromiso para ser parte del cambio global en salud”.
El desafío actual consiste en mantener esta trayectoria de avance y ampliarla. Para lograrlo, es esencial disponer de marcos regulatorios más ágiles, procesos éticos armonizados, incentivos para la inversión en investigación. Y una colaboración estrecha entre los gobiernos, el sector privado, la academia y las organizaciones de salud.
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