
Tras años de controversia la enfermedad de Lyme crónica abre nuevas vías de investigación
- curecompass
- 20 julio, 2025
- I+D, Salud, Tecnología
- Alphabet Inc., Ark Investment Management, Isomorphic Labs, Johns Hopkins, Johns Hopkins Lyme Disease Clinical Research Center, Lyme, MIT, Portada
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La persistencia de síntomas tras el tratamiento de la enfermedad de Lyme, conocida como síndrome post-tratamiento, comienza a ser aceptada por la comunidad médica, con investigaciones impulsadas por instituciones como el MIT y Johns Hopkins. Ahora con IA, con mayor inversión y exploración de tratamientos potenciales, se renueva la esperanza.
Por años, pacientes con síntomas persistentes tras el tratamiento de la enfermedad de Lyme han enfrentado dudas y escepticismo médico. Sin embargo, esta realidad empieza a cambiar. Gretchen Dunoyer, de 63 años, simboliza la experiencia de muchos: tras sufrir fatiga y vértigos casi constantes desde 2002, y tras un diagnóstico tardío vinculado a una picadura de garrapata desconocida, finalmente encontró validación cuando el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) la reclutó para un estudio sobre síntomas prolongados post-Lyme. La paciente no pudo dejar de expresar su alivio diciendo que “dejar de ser marginada es un cambio enorme”.
Esta evolución en la percepción médica llega en un momento donde el impacto de la Covid-19 –que mostró cómo una infección puede dejar síntomas duraderos– ayudó a comprender el síndrome post-tratamiento de Lyme, también conocido como enfermedad de Lyme crónica.
El Dr. John Aucott, director del Johns Hopkins Lyme Disease Clinical Research Center, señala que “personas tuvieron una ilustración real de cómo una infección desencadena un síndrome”, enfatizando que su investigación ha “demostrado que es real”.
El síndrome post-tratamiento incluye síntomas como fatiga, dolores musculares y problemas cognitivos que persisten al menos seis meses tras la infección tratada. Según un estudio de 2022 liderado por Aucott, el 14% de pacientes diagnosticados y tratados temprano desarrollaron estos síntomas, comparado con un 4% en personas sin historial de Lyme. La incertidumbre aún persiste acerca de su causa exacta y cómo tratar el padecimiento.
Una reciente recomendación de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU. en mayo convocó a mayores fondos para investigación y desarrollo de tratamientos para estos pacientes, dado que el origen del síndrome sigue siendo desconocido. La realidad es que no existen pruebas diagnósticas claras ni terapias validadas para los síntomas prolongados, una situación que el Dr. Linden Hu, co-director de la Iniciativa de Enfermedad de Lyme de la Universidad de Tufts, sintetiza: “Estamos exactamente donde estábamos cuando comencé: sin diagnóstico ni tratamiento”.
Frente a esta complejidad, el National Institute of Healths (NIH) financia estudios como el del MIT dirigido por la inmunóloga Michal Caspi Tal, que busca medir todo tipo de variables biológicas en pacientes con Lyme reciente, crónico y compararlos con pacientes de long Covid. La médica e investigadora declaró que “Queremos encontrar una forma de dar esperanza a las personas”. Además, el equipo de Tufts recluta a 1.000 pacientes para seguimiento y análisis de muestras microbiológicas y respuestas inmunes.
Las hipótesis sobre el origen del síndrome incluyen la persistencia de fragmentos bacterianos que provoquen inflamación, disfunciones del sistema inmune o neural. Nuevas terapias en estudio prueban antibióticos específicos o incluso la estimulación eléctrica de nervios, aunque estudios anteriores no encontraron beneficios claros con tratamientos prolongados con antibióticos.
La expansión de las garrapatas transmisoras, impulsada por cambios climáticos y demográficos, junto con el riesgo creciente de infecciones en zonas habituales de temporada activa, marca un contexto epidemiológico que exige respuestas médicas efectivas pues entre el 5% y 20% de pacientes enfrentan estas secuelas persistentes.
En paralelo, la tecnología y la inteligencia artificial avanzan para transformar el desarrollo farmacéutico. Empresas como Isomorphic Labs, filial de Alphabet especializada en diseño de fármacos con IA, captaron U$S 600 millones para acelerar la innovación en tratamientos, apoyando la misión de “resolver todas las enfermedades con IA”, según explicó el CEO Demis Hassabis. Este tipo de avances tecnológicos podrían eventualmente acelerar el desarrollo de terapias para enfermedades crónicas, incluida la Lyme, reduciendo tiempos y costos que hoy inhiben la rápida llegada de nuevos medicamentos.
Cathie Wood, CEO de Ark Investment Management, destaca que la inteligencia artificial reducirá drásticamente tanto el costo como la duración del desarrollo farmacéutico, pasando de 13 a 8 años aproximadamente. Este cambio, enfatiza, permitirá que terapias curativas y diagnósticos precoces desplacen al actual modelo basado fundamentalmente en tratamientos crónicos y paliativos. En este nuevo escenario, la sinergia entre la biomedicina tradicional, la investigación clínica y la innovación tecnológica cobra un rol central.
Mientras tanto, la mejor prevención sigue siendo evitar la exposición a garrapatas, utilizando repelentes, cubriendo extremidades y controlando a detalle el cuerpo tras actividades en áreas de riesgo.
El reconocimiento creciente del síndrome post-tratamiento y el impulso en la investigación científica y tecnológica marcan un avance fundamental para pacientes que durante décadas han luchado por un diagnóstico y un tratamiento efectivos, abriendo un camino de esperanza fundamentado en la ciencia y la innovación.
Sobre la enfermedad
La enfermedad de Lyme es una infección bacteriana multisistémica causada por la espiroqueta Borrelia burgdorferi , que se transmite a los humanos a través de la picadura de una garrapata de ciervo infectada.
En las primeras etapas de la enfermedad de Lyme, los pacientes pueden presentar sarpullido o síntomas gripales, pero en etapas posteriores los síntomas pueden manifestarse en múltiples sistemas corporales, como el musculoesquelético, el corazón, el cerebro y el sistema nervioso.
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