Pagar para trabajar

El doloroso y complejo costo de ser médicos

Pocos días atrás, el ministro de Salud, Mario Lugones, dijo algo que no todo el mundo conoce. En algunos distritos de la provincia de Buenos Aires, los médicos deben pagar para trabajar. ¿Ridículo, no? Pero es así. Se exige tener la matrícula actualizada. Y no solo eso, en muchos casos (no todos)  por cada distrito en el que ejercen, deben abonar la matricula local correspondiente.

El sistema es tan complejo que, como dice un médico amigo riéndose de la situación, “caminas 20 cuadras y pagás 4 agrupaciones de profesiones distintas”. Por ejemplo: si uno ejerce en el distrito V (quinto) paga matrícula y seguro de mala praxis todos los meses. Pero si también ejerce en Morón, no hace falta, porque existe reciprocidad entre ambos colegios. Ahora, si la misma persona también trabaja en San Martín, debe pagar matrícula anual. El sistema es caótico y atado con alambres.

Pero no termina acá la cosa. Con el seguro de mala praxis pasa lo mismo: se paga uno distinto por cada lugar donde se presta servicio. Como la cobertura de esos seguros muchas veces no alcanza, muchísimos profesionales terminan pagando además uno privado.  A esto hay que sumarle los descuentos que hace el colegio médico en cada liquidación: un porcentaje por gastos administrativos, más ingresos brutos, el impuesto más retrogrado de todas las imposiciones, ese que nuestro Presidente calificó de “robo”.

Pero todavía hay más: al médico que decide jubilarse, le quitan la matrícula. Traducido: no puede seguir ejerciendo. Vale aclarar que la jubilación ordinaria básica con carga de familia  asciende a $ 636.529,50. Obviamente, el monto exacto varía según los años, pero siempre queda por debajo de la línea de pobreza. Recordemos que el índice considera pobre a todo grupo familiar que gana menos de $ 1.100.000.

Veamos otros datos que afectan a los profesionales en actividad. Entre junio de 2024 y junio de 2025, la inflación fue del 43.5%. Las prepagas, según el Indec, aumentaron un 60%, porque el costo de salud es más alto que el de la inflación. Acá y en todos lados.

Sin embargo, esas mismas prepagas y obras sociales aumentaron entre un 29% y un 43% las prestaciones asistenciales. Las variables parecen responder a esa frase de Cambalache “El que no llora no mama”.

En CABA, a los consultorios no se les cobra Ingresos Brutos. A las clínicas sí: tanto monoclínicas como policlínicas. ¿Por qué esa diferencia, si la distinción radica esencialmente en la cirugía, que es precisamente el acto médico más riesgoso y el que más infraestructura necesita? Otra incongruencia más dentro de un sistema que hace agua por todos lados y que solo se mantiene a flote por “esa fe que nos empecina”.

La medicina argentina, a pesar de todo, sigue siendo un lujo en comparación con la atención medicinal en otros países de América Latina, e incluso del mundo. Mientras que en nuestros países vecinos una consulta ronda entre los US$ 20 o US$ 25 en Argentina, al menos en CABA, rara vez supera los US$ 15. Cuando nuestro costo de vida en dólares ya equiparó o incluso superó los guarismos internacionales.

El ministro Lugones hizo un diagnóstico acertado. Se necesita una simplificación del sistema y un abaratamiento real de los costos. Porque hablamos de valores ya degradados. ¿Cuánto le queda a un médico de una consulta de $  9.000 que cobra a los tres meses? Existe la resolución 4827/2024 del Ministerio de Salud, que elimina el vencimiento de las matrículas digitales. Pero en un país federal es difícil hacer cumplir estás normativas: se pisan muchos callos.

Ahora solo resta hacer la cirugía, que seguramente será con poca anestesia ¿Vio? Por el costo.

Por Omar López Mato, director médico de Instituto de la Visión y miembro de la Comisión Directiva de la Cámara de Medicina Oftalmológica (Cameof)

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