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Microfluídica: Científicos del Conicet asisten a la industria farmacéutica

Un equipo de científicos del Conicet expertos en microfluídica, asesora en el diseño de fármacos de última generación. Desde hace casi diez años, el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (Intec) asiste con sus conocimientos a la industria farmacéutica.

Existe una disciplina científica a través de la cual se están obteniendo respuestas positivas. Se llama microfluídica. Tiene la llave para hacer realidad todos esos escenarios, a través de la manipulación de fluidos en una escala similar al diámetro de un cabello. Un área que domina, especialmente este equipo de científicos que lidera el bioquímico del Conicet Claudio Berli.

“Hace treinta años, una computadora era del tamaño de una habitación y hoy son del tamaño de un reloj o de un chip. La microfluídica tiene la misma lógica, aplicada a los laboratorios. Reacciones que antes se hacían a gran escala, ahora se condensan en diminutos chips. Lo que antes hacían un montón de operarios, en una mesada enorme y con varios instrumentos, ahora requiere de una plataforma con microcanales. Para conducir los fluidos a una cámara de reacción y poder hacerla ahí mismo. Se trata de manipular fluidos en una escala muy pequeñita, en tamaños submilimétricos o micrométricos. Y, aunque suene sencillo, es todo un arte”, señaló Berli.

La industria farmacéutica demanda cada vez más servicios de microtecnología, aunque en el país aún no haya demasiado desarrollo de esta disciplina. “Son técnicas de punta en Europa y Estados Unidos. El censo biotecnológico y nanotecnológico de 2023 mostró que en nuestro país hay más de 300 empresas que utilizan bio y nanotecnología para provisión de productos y servicios. De hecho, hay más 140 plantas de producción en el país, y seguramente la mayoría de ellas necesita microfluídica para sus procesos. Pero todavía no hay tantos laboratorios que puedan asistir a esa enorme necesidad de la industria. Por ello el sector trabaja con una altísima vinculación con el Conicet. A través de servicios como los que brindamos nosotros, el país comienza a acoplarse a esta tendencia”.

Una de las principales aplicaciones de la nano y microfluídica fue la que se expandió durante la pandemia del COVID-19: los llamados “órganos de chip” para probar nuevos fármacos. “Antes del coronavirus, cada vez que se hacía un testeo de una droga o el monitoreo de un principio activo, se usaban animales, conejos, ratones. Gracias a la técnica del cultivo de células y de órganos en microdispositivos, se puede reemplazar lo que antes se hacía con animales, en chips diminutos. De esa forma, durante la pandemia, se pudieron testear de manera muy acelerada drogas antivirales. En cuarenta días se logró obtener resultados que normalmente llevan muchos años de desarrollo”, explica Berli.

Otra de las aplicaciones más extendidas de la microfluídica se da en los nuevos dispositivos de diagnóstico. “Para diagnosticar enfermedades como el Chagas o la tuberculosis, es posible que el laboratorio vaya al paciente. En vez de sacar sangre y que la muestra vaya al laboratorio. Eso ocurre gracias a una técnica miniaturizada y transportable. Las empresas, gracias a la microfluídica, desarrollan esta pequeña aparatología para resolver el problema”, dice Berli.

“Ahora estamos trabajando, por ejemplo, en el prototipo de un dispositivo para detectar tuberculosis humana. Una patología que por la falta de diagnóstico está creciendo, cuando debería disminuir. Las técnicas para detectar la tuberculosis son muy antiguas, demoran mucho y complican la situación. Las técnicas modernas, que aconseja la OMS, no se pueden importar porque son muy caras, pero lo que estamos desarrollando podría ser una solución. Está funcionando muy bien, pero todavía en manos de profesionales. Con mayores niveles de desarrollo, esta tecnología funcionaría de manera análoga a los tests de embarazo. En pocos minutos dan un resultado confiable sin necesidad de trasladarse a un laboratorio”.

Por su parte, Alcides Nicastro es  uno de los socios-gerentes y director del área de I+D de la empresa Lipomize. “Nos asociamos al Intec y desarrollamos métodos de producción de nanopartículas, liposomas y demás con un nuevo paradigma de micro y nanofluídica. El Intec es un instituto experto en el tema, con una mirada fuerte hacia la tecnología y la transferencia que para nosotros es fundamental. Miran lo que nosotros, desde la industria farmacéutica, necesitamos que miren. Entienden lo que requerimos y piensan cómo obtenerlo a través de transferencia tecnológica. Es un círculo virtuoso. La industria farmacéutica debe expandir y usar nuevas formulaciones para competir a escala internacional. Y para eso requiere vincularse con la estructura científico tecnológica. Y los científicos deben lograr comprender los requerimientos de la industria farmacéutica y optimizar los tiempos para poder dar respuestas. Los científicos del Intec comprenden eso a la perfección”.

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