La expectativa de vida

La expectativa de vida al nacer aumentó 25 años

La expectativa de vida al nacer aumentó 25 años con respecto al siglo pasado, destacó un análisis de Pfizer. En gran medida, eso se logró por el desarrollo de tratamientos innovadores, que permitió cambiar la historia natural de muchas enfermedades. Y también la investigación en nuevas vacunas, que logró erradicar algunas enfermedades infecciosas o reducirlas a cuadros más leves.

Como indican las cifras de la OMS, en la mitad de los países las personas viven, en promedio, hasta los 75 años. Por su parte, Argentina se encuentra muy cerca de esta cifra, con una expectativa de vida al nacer de 74,6 años, según cifras de 2021.

El envejecimiento poblacional se convirtió en uno de los fenómenos más relevantes a escala mundial. Con un impacto directo en la manera en que se organizan las sociedades. Hoy, en la mitad de los países, la expectativa de vida al nacer ya supera los 75 años, un salto de 25 años respecto a los índices de mediados del siglo pasado. En Argentina, las mujeres tienen  una expectativa mayor que los varones (77,6 vs 71,6).

El avance de la ciencia tuvo un rol importante en la extensión de la esperanza de vida en el mundo. Los progresos en medicina preventiva, el desarrollo de vacunas, la mejora en el acceso a tratamientos para enfermedades crónicas y el fortalecimiento de los sistemas de salud permitieron que más personas vivan vidas más largas y saludables.

“El desarrollo de tratamientos innovadores permitió transformar la historia natural de muchas enfermedades, como las cardiovasculares. E incluso cronificar patologías que antes tenían un pronóstico muy desfavorable como ciertos tipos de cáncer. Algo similar ocurre con las vacunas, que lograron erradicar algunas enfermedades infecciosas o reducirlas a cuadros más leves. Sin embargo, también es fundamental reforzar la prevención mediante controles periódicos. Además de la adopción de hábitos saludables y otras medidas que acompañen a los adultos mayores en esta etapa de la vida”. Así lo explicó Agustina Elizalde, directora médica de Pfizer Cono Sur.

Las proyecciones indican que, hacia 2030, habrá más personas mayores que jóvenes en el planeta. Una transformación demográfica que avanza con mayor velocidad en los países en desarrollo. Este escenario está redefiniendo el mapa del cuidado y plantea nuevos desafíos. Para garantizar que el envejecimiento se acompañe con una buena calidad de vida, inclusión y la posibilidad de un cuidado integral. Cada vez se requerirán más servicios de salud, acompañamiento y apoyo social. En especial para quienes atraviesan enfermedades asociadas a la edad, como la demencia.

La inmunosenescencia se refiere a los cambios que se producen en el sistema inmunitario a causa del envejecimiento y que afectan la inmunidad innata y adaptativa. Con la edad, el sistema inmunitario se debilita, dejando a las personas mayores más expuestas a enfermedades, incluso a aquellas contra las que ya habían desarrollado inmunidad. 

Por lo anterior, es importante considerar que la vacunación tiene el potencial de seguir siendo la herramienta más poderosa para mejorar la salud mundial y contribuir al bienestar humano. Al extender los beneficios de esta medida clave de prevención y protección más allá de la niñez y especialmente entre las mujeres embarazadas y los adultos mayores.

A medida que el cuerpo envejece, el sistema inmunitario no responde tan bien, por lo que es primordial mantenerse al día con la vacunación. Incluyendo los refuerzos para una mayor protección. A esto se suma que hay algunas enfermedades prevenibles mediante la vacunación que son particularmente prevalentes y graves en los adultos mayores.

Un desafío importante para inmunizar a los adultos mayores es que las personas a menudo piensan erróneamente que las vacunas son solo para niños. La protección mediante la inmunización puede disminuir con el tiempo y por eso se recomienda que los adultos reciban dosis de refuerzo. Por distintos factores como las condiciones de salud, trabajo, estilos de vida o hábitos de viaje.

“Diversos estudios demuestran que, si bien aproximadamente el 25% de las diferencias en la longevidad entre las personas se atribuyen a factores genéticos, el entorno y los estilos de vida tienen una influencia directa en la salud y en el tipo de envejecimiento que cada individuo experimenta. En este sentido, los hábitos saludables y las medidas de prevención pueden marcar una diferencia significativa”, remarcó Elizalde.

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