dermatitis atópica

La dermatitis atópica repercute en trastornos del sueño

Una encuesta que realizó Ipsos en Argentina reveló que los trastornos del sueño son uno de los impactos más frecuentes y condicionantes para las personas que viven con dermatitis atópica (DA). La investigación consistió en dos fases: una fase cuantitativa con 130 casos entre pacientes adultos y cuidadores de menores. Y otra cualitativa con 25 entrevistas en profundidad a pacientes, pagadores y médicos.

La picazón persistente, las crisis recurrentes y la irritación cutánea hacen que dormir de manera reparadora dista de ser algo natural. Las noches de sueño interrumpido repercuten directamente en la energía, en la concentración, en el estado de ánimo. Y en la capacidad de desarrollar actividades cotidianas como estudiar o trabajar. Así, tres de cada diez encuestados sostuvieron que una vez al mes no duermen en toda la noche por la picazón. El 70% restante sostuvo que el impacto sobre su descanso nocturno es incluso peor. 

La encuesta también exploró el impacto emocional de la dermatitis atópica, que muchas veces queda invisibilizado frente a las manifestaciones cutáneas. Los adultos con DA reportaron con frecuencia cambios de humor (55%), frustración (52%), cansancio (49%), vergüenza (44%) y sentimientos de soledad (30%). En lo reportado en niños y adolescentes prácticamente no hubo diferencias. Lo que refleja que la enfermedad afecta de manera similar desde etapas tempranas de la vida. El descanso insuficiente provoca un círculo vicioso: aumenta la irritabilidad, genera cansancio y empeora la percepción de los síntomas.

“Debemos darle al aspecto emocional el lugar que se merece en el marco del tratamiento. Porque es una enfermedad que puede afectar directamente el desarrollo de la autoestima y cómo nos vinculamos con los demás. Por eso es importante acompañar al paciente en forma integral, que pueda recibir apoyo psicológico y la contención que necesite. La dermatitis atópica no controlada genera un enorme desgaste en quienes la padecen y en su entorno familiar”. Así lo subrayó Valeria Angles, jefa de la sección Dermatología Infantojuvenil del Hospital Italiano. También es coordinadora del grupo de trabajo de DA de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).

El estudio mostró además que la dermatitis atópica es una enfermedad fluctuante (con brotes). Los pacientes transitan períodos de aparente estabilidad en los que los síntomas se encuentran controlados, seguidos de etapas de brotes y crisis.

En los casos severos, los adultos utilizan casi cinco tratamientos diferentes para manejar la enfermedad, mientras que, en los menores necesitan cuatro. En los cuadros moderados, el promedio de tratamientos desciende a 4 y 2,8, respectivamente. Este esfuerzo terapéutico constante refleja la complejidad de la patología y la necesidad de un abordaje multidisciplinario con un tratamiento personalizado.

Las dificultades comienzan muchas veces con el propio diagnóstico. Son tres los factores que lo complejizan. La minimización de los síntomas cuando son leves (40%), la automedicación (20%) y el peregrinaje entre distintos consultorios hasta dar con la consulta adecuada (20%).

Frente a este panorama, Angles remarcó que “el diagnóstico precoz permite evitar complicaciones, mejorar la calidad de vida y orientar hacia la terapia adecuada. Existen herramientas para controlar adecuadamente la enfermedad, inclusive para los casos severos. Por lo que es clave que los pacientes no se automediquen y consulten con especialistas tempranamente”.

El acceso a tratamientos innovadores, como los biológicos, aún es limitado en el país. A partir de los datos que refleja la encuesta, en aquellos que tenían indicación precisa, sólo un 38% de los adultos y un 28% de los menores con cuadros severos llegaron a ellos. Los requisitos para la aprobación incluyen desde una historia clínica completa, incluyendo documentación de tratamientos previos. Hasta fotografías de las áreas de impacto, escalas clínicas específicas, entrevistas con especialistas, monitoreo de laboratorio y biopsias de piel que son innecesarias.

Los resultados demuestran que quienes logran acceder a estas terapias alcanzan mejores indicadores en el manejo de la enfermedad. Los pacientes tratados con esquemas convencionales reportan un promedio de 3,7 síntomas. Mientras que los que recibieron tratamientos innovadores reducen esa cifra a 2,7.

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