En la salud cardiovascular, las vacunas reducen el riesgo de infarto y ACV

Redacción
9 diciembre, 2025
Actualidad
ACV, infarto, Portada, salud cardiovascular, Sociedad Argentina de Cardiología, Vacunas
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Las vacunas son, después del agua potable, la intervención sanitaria que más vidas salvó en la historia de la humanidad. Gracias a ellas se controlaron epidemias que devastaron pueblos enteros y se redujeron de manera drástica la mortalidad, las secuelas y la discapacidad asociadas a múltiples enfermedades infecciosas. En el ámbito de la salud cardiovascular, la evidencia científica es clara, robusta y consistente. Vacunas como la antigripal, la antineumocócica, contra Covid-19, virus sincicial respiratorio y herpes zóster reducen el riesgo de infarto agudo de miocardio. Así como el de accidente cerebrovascular, descompensaciones de insuficiencia cardíaca y también la probabilidad de desarrollar arritmias asociadas a procesos inflamatorios o infecciosos.

La seguridad de las vacunas está ampliamente demostrada. Los efectos adversos son infrecuentes y, en la enorme mayoría de los casos, leves. Al vacunarse, cada persona se protege a sí misma y también protege a quienes la rodean. Cuando una comunidad mantiene altos niveles de vacunación, disminuye la circulación de los patógenos. Y esto ayuda a resguardar especialmente a quienes son más vulnerables y no pueden vacunarse por edad u otras condiciones médicas.

En adultos mayores, además, las vacunas ayudan a preservar la autonomía, disminuyen hospitalizaciones evitables y contribuyen a mantener una buena calidad de vida. Poner en duda el valor de la vacunación no solo contraviene la mejor evidencia disponible. Sino que pone en riesgo la protección sanitaria de toda la comunidad y expone a los más vulnerables a enfermedades prevenibles.

“Desde la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), reafirmamos, como lo venimos haciendo desde hace años, nuestro apoyo firme y sostenido a la vacunación. Como una estrategia esencial de prevención y como un pilar fundamental del cuidado integral de la salud cardiovascular y general de la población”.

“Invitamos a toda la comunidad a mantener completos sus esquemas de vacunación. Vacunarse es un acto de cuidado personal y también un acto de solidaridad. Nos protege, protege a nuestras familias y fortalece la salud de toda la sociedad. La mejor herramienta contra la desinformación es la evidencia, y la evidencia es contundente: las vacunas salvan vidas”.

La manifestación pública de la SAC respecto a la importancia de las vacunas en la salud cardiovascular responde a los discursos antivacunas que se instalaron a fines de noviembre en el Congreso. En el Anexo a la Cámara de Diputados, se realizó una presentación promovida por la diputada del PRO, Marilú Quiróz. El evento buscaba cuestionar la campaña de vacunación contra el Covid-19, argumentando que generaba una serie de aparentes efectos de magnetismo en el cuerpo de las personas.

Esto generó el inmediato rechazo del Ministerio de Salud en un comunicado que llevó la adhesión de las carteras sanitarias de 22 provincias, con excepción de Buenos Aires y Formosa.

Las vacunas del Calendario Nacional de Vacunación “son herramientas seguras y fundamentales de la salud. Cada una de ellas cuenta con décadas de uso seguro, está respaldada por evidencia científica sólida y demostró su eficacia para prevenir enfermedades graves y la muerte de millones de personas”.

En la misma línea se manifestaron públicamente las sociedades argentina de Infectología Pediátrica (Sadip), de Infectología (SADI), de Vacunología y Epidemiología (SAVE), de Medicina (SAM), de Virología (SAV) y de Pediatría (SAP). Así como las asociaciones argentinas de Microbiología (AAM) y de Medicina Respiratoria (AAMR) y el Foro de Medicina Clínica.

“La vacunación es una política de salud pública esencial, respaldada por evidencia robusta que demuestra su capacidad para reducir mortalidad y morbilidad en todas las etapas de la vida. Los beneficios superan ampliamente los riesgos, que son infrecuentes y, en la gran mayoría de los casos, leves y transitorios. Los eventos adversos graves son extremadamente raros y se monitorean mediante sistemas de farmacovigilancia”.