
Cuidar el corazón desde los 20: la clave para una vida sana y larga
- curecompass
- 25 octubre, 2025
- Gobierno, Salud
- Affordable Care Act, American Heart Association, Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, Destacado, Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, JAMA Network Open, Ministerio de Salud de la Nación, OMS, Pew Research Center, Portada, salud cardiovascular, South Carolina University
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Investigaciones internacionales, junto con datos locales, muestran que los hábitos adquiridos entre los 18 y 25 años determinan en gran medida la salud cardiovascular futura. En Argentina, el sedentarismo, la mala alimentación y el consumo de tabaco entre jóvenes anticipan un posible aumento de enfermedades crónicas.
Durante la transición a la adultez —entre los 18 y 25 años— las personas toman decisiones que marcarán su futuro: estudios, trabajo, relaciones y, aunque muchas veces se subestime, hábitos de salud. Según la American Heart Association (AHA), este periodo es decisivo para el corazón, ya que las conductas de esta etapa construyen o deterioran las bases de la salud cardiovascular a largo plazo.
Un estudio reciente de la Universidad de Carolina del Sur, encabezado por la enfermera e investigadora Jill Scott, advierte que solo 1 de cada 4 jóvenes mantiene comportamientos saludables al ingresar en la adultez. “La salud cardiovascular no empieza a declinar en la mediana edad: comienza mucho antes, incluso sin que lo notemos”, señala Scott.
Los primeros signos aparecen temprano
El 17 se posiciona como una edad crítica: es el punto en el que las puntuaciones de salud cardiovascular comienzan a descender, debido al aumento del sedentarismo, las dietas desbalanceadas y la falta de sueño. A esa edad, los primeros factores de riesgo —como la presión arterial elevada, el azúcar en sangre alto o un índice de masa corporal (IMC) dentro del rango de obesidad— ya pueden estar presentes.
Datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que 1 de cada 5 jóvenes menores de 25 años tiene obesidad, y se proyecta que 3 de cada 5 alcanzarán ese nivel antes de los 35 años. En Argentina, cifras del Ministerio de Salud de la Nación indican una tendencia similar: la obesidad creció un 74% en la última década entre adolescentes y adultos jóvenes, según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2024.
El tabaquismo y el uso de vapeadores también preocupan: la exposición a la nicotina entre los 18 y los 23 años aumentó del 21% al 43% en los últimos 15 años, según el estudio publicado en JAMA Network Open. “La nicotina daña los vasos sanguíneos desde etapas tempranas y acelera la formación de placas, que luego derivan en enfermedades cardíacas graves”, explica Scott.
Los ocho pilares para un corazón sano
En un informe elaborado junto con la American Heart Association, los especialistas identificaron ocho factores modificables que ayudan a disminuir el riesgo cardiovascular, conocidos como los “Essential 8”:
- No usar nicotina ni productos derivados.
- Hacer al menos 150 minutos de actividad física semanal.
- Dormir entre 7 y 9 horas por noche.
- Mantener una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, granos y pescado.
- Controlar presión, colesterol, glucosa y peso corporal (IMC).
Sin embargo, los jóvenes obtienen los peores puntajes en el área de alimentación, un indicador que también preocupa en Argentina. En el país, el consumo de frutas y verduras está 50% por debajo de las recomendaciones de la OMS, mientras que los ultraprocesados —ricos en azúcares y grasas saturadas— dominan la dieta de los menores de 30 años.
El contexto social, un condicionante decisivo
Más allá de las decisiones individuales, el entorno también modela la salud cardiovascular. Vivir en barrios con espacios verdes, acceder a educación y empleo estables y contar con un sistema de salud accesible son determinantes críticos.
En EE.UU., normativas como el Affordable Care Act permiten a los jóvenes mantenerse en los seguros familiares hasta los 26 años, mejorando el acceso a chequeos preventivos. En Argentina, la cobertura para jóvenes suele fragmentarse entre obras sociales, prepagas o planes públicos, lo que deja brechas importantes en la atención primaria y en la detección temprana de riesgos.
Además, la soledad y el aislamiento social, fenómenos que se han intensificado con el uso constante de redes —afectando a 1 de cada 3 adolescentes según el Pew Research Center—, también tienen implicaciones cardíacas. La falta de vínculos reales eleva los niveles de estrés y disminuye la calidad del sueño, ambos factores asociados con mayor riesgo de enfermedad coronaria.
Prevenir hoy, cuidar mañana
Aunque los síntomas de enfermedad cardíaca —como el dolor de pecho o la falta de aire— suelen aparecer en la madurez, el daño comienza silenciosamente en la juventud. Los especialistas recomiendan que los jóvenes consulten a su médico de cabecera para conocer su presión, colesterol y glucemia, incluso si se sienten saludables.
“Un simple chequeo y una conversación sobre el corazón hoy pueden cambiar cómo una persona se siente dentro de 30 años”, enfatiza la investigadora.
El mensaje es claro: el futuro del corazón se construye en los 20, cuando las decisiones cotidianas —desde caminar más hasta dormir lo suficiente— pueden definir la diferencia entre una vida activa y una enfermedad crónica.
Fuentes: American Heart Association, JAMA Network Open, Universidad de Carolina del Sur, CDC, Ministerio de Salud de la Nación, Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2024).


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