
Colesterol: a repensar todo, cambian las reglas según la nueva ciencia
- curecompass
- 30 noviembre, 2025
- I+D, Medicina, Salud
- ApoB, colesterol, Destacado, Harvard Medical School, HDL, LDL, Portada, Sociedad Europea de Cardiología
- 0 Comments
Los hallazgos más recientes obligan a repensar décadas de guías clínicas: partículas invisibles en los chequeos comunes, riesgos que no detectan los análisis estándar y nuevos biomarcadores impulsan a acelerar terapias específicas para millones de pacientes.
Erase una vez… el colesterol era simple. Se decía que esta molécula se presentaba en dos variedades: una “mala” que obstruía las arterias y una “buena” que las despejaba. La diferencia no radicaba en las moléculas de colesterol en sí, sino en la forma en que se empaquetan para su transporte en el torrente sanguíneo en nanopartículas llamadas lipoproteínas de baja densidad (LDL) y lipoproteínas de alta densidad (HDL).
Un giro científico que reescribe lo que sabemos sobre el colesterol
Durante décadas, la medicina instaló un mensaje simple: reducir el “colesterol malo” LDL y elevar el “colesterol bueno” HDL. Sin embargo, la evidencia acumulada en los últimos veinte años muestra que el modelo tradicional ya no alcanza. Los análisis estándar pueden pasar por alto a los pacientes con mayor riesgo cardiovascular, y nuevos tipos de partículas —más peligrosas y resistentes a los tratamientos habituales— están obligando a actualizar guías médicas en todo el mundo.
La sorpresa central: el nivel habitual de LDL no refleja la forma más dañina de colesterol, ni el HDL elevado garantiza protección. La Sociedad Europea de Cardiología ya respalda un cambio profundo en la forma de evaluar riesgo, recomendando medir ApoB, la proteína que envuelve a cada partícula capaz de atascarse en las arterias.
Lp(a): la partícula “extra-mala” que no aparece en los chequeos
Un quinto de la población posee una variante genética que impulsa la fabricación de apolipoproteína(a), una proteína que se adhiere a las LDL y crea las partículas Lp(a). Quienes presentan niveles elevados tienen varias veces más probabilidad de desarrollar enfermedad cardíaca prematura, aun cuando sus análisis estándar luzcan perfectos.
El problema es crítico: los chequeos tradicionales no miden Lp(a) y sus niveles no responden a dieta ni estilo de vida. La industria farmacéutica, sin embargo, se mueve rápido. Amgen, Eli Lilly y Novartis ya trabajan en terapias específicas para reducir estas partículas.
Remnants: otro enemigo oculto con riesgo hasta cuatro veces mayor
Los científicos también identificaron un segundo tipo de partículas peligrosas: los remanentes, derivados de lipoproteínas grandes como los quilomicrones. Aunque menos conocidos, pueden transportar varias veces más colesterol que una LDL común y, en términos de riesgo individual, son hasta cuatro veces más propensos a causar enfermedad cardíaca.
Estos remanentes tampoco se incluyen en los análisis de rutina.
ApoB: el nuevo marcador clave que redefine al “paciente de riesgo”
La evidencia muestra que el verdadero problema podría no ser la cantidad de colesterol, sino la cantidad de partículas que lo transportan. Todas las partículas aterogénicas comparten un rasgo: contienen una única molécula de ApoB.
Esto permite una medición precisa del riesgo real. Según los datos disponibles, entre el 20% y el 30% de las personas tienen ApoB elevado pero LDL bajo, un grupo que los análisis clásicos clasifican como “sanos” sin serlo.
HDL: de héroe a sospechoso
El mito del “colesterol bueno” también está bajo revisión. En 2012, un equipo dirigido por Sekar Kathiresan, de Harvard Medical School, descubrió que “las variantes genéticas que elevan el HDL no reducen el riesgo de infartos”. Los niveles muy altos —como los que aparecen en el 3-10% de la población— se relacionan con mayor mortalidad y enfermedades como diabetes, Alzheimer, cáncer, enfermedad renal crónica y maculopatía.
El problema podría ser un HDL “disfuncional”, saturado de colesterol o alterado por el alcohol. Hoy se sabe que el HDL cumple decenas de funciones críticas —transporta toxinas bacterianas, modula inflamación, protege vasos sanguíneos— que van mucho más allá de su relación con el colesterol.
Un ecosistema complejo que impulsará nuevas terapias
El mundo de las lipoproteínas ya no se divide en “bueno” y “malo”: hay más de 280 proteínas asociadas a partículas HDL y múltiples subtipos de LDL. Comprender este ecosistema es uno de los desafíos científicos más grandes de la biología moderna. Hasta ahora, seis Premios Nobel han surgido del estudio del colesterol, y los especialistas anticipan que vendrán más.
El impacto en la industria será profundo: la llegada de terapias para Lp(a), biomarcadores como ApoB y tests más sofisticados anticipan un cambio de paradigma que reconfigurará el negocio de la farmacéutica cardiovascular y ampliará el acceso a diagnósticos más precisos en sistemas de salud de todo el mundo.



Leave A Comment